Douglas Foster: «Mandela fue el primero en reconocer sus propios errores»
![Enrique Clemente Navarro](https://img.lavdg.com/sc/JSnGDA0wEgIVAVvgjRzh0J3hGW0=/75x75/perfiles/274/1433160315723_thumb.jpg)
INTERNACIONAL
Señala que raza y clase social aún están muy unidas en Sudáfrica
11 dic 2013 . Actualizado a las 07:00 h.Profesor de la Escuela de Periodismo Medill de la Universidad de Northwestern, colaborador en los medios de EE.?UU. más prestigiosos, desde The New York Times Magazine a The Washington Post pasando por la Columbia Journalism Review, Douglas Foster es autor de Después de Mandela. La lucha por la libertad en la Sudáfrica post apartheid.
-¿Qué legado deja Mandela?
-Mandela deja un legado de esperanza y posibilidades. Abandonó el campo para emigrar a la ciudad, donde se ganó un lugar como abogado, pero cambió esta situación privilegiada por una vida en un movimiento guerrillero clandestino y emergió para ayudar a establecer la democracia.
-¿Qué errores cometió Mandela en su presidencia?
-Mandela fue el primero en reconocer sus propios errores. No respondió con rapidez o de forma sostenida a la pandemia del sida, aunque hizo mucho como expresidente, fracasó en poner coto a la corrupción y no trazó una línea suficientemente clara entre el interés nacional y el interés de su partido, el Congreso Nacional Africano.
-Su libro describe una complicada transición. ¿Por qué lo fue?
-Por muchas razones. Cientos de años de colonialismo fueron seguidos por más de cuatro décadas de aquella forma extrema y peculiar de segregación racial conocida como apartheid. Fue más difícil por el hecho de que prácticamente el mismo día que llegó la democracia en 1994 también entraron en el país dos grandes fuerzas históricas mundiales, la pandemia del sida y la globalización capitalista, que se caracterizó por el empeoramiento de la desigualdad en todas partes, que se superpuso a la del apartheid.
-Señala que muchos esperaban que se produjera un cataclismo.
-El miedo a un baño de sangre fue como un talismán del antiguo régimen. Alimentó el miedo a una «amenaza roja» y al «peligro negro» y alentó la expectativa de que todo se desmoronaría después de la elección de un gobierno de mayoría negra en 1994. Estas expectativas tuvieron eco en el extranjero en comentaristas ignorantes que no podían imaginar que los nuevos líderes podían atemperar su justificada ira a pesar de la intensa opresión que sufrieron.
-En estos 19 años Sudáfrica ha tratado de conseguir una sociedad no racista, no sexista, no homófoba y más igualitaria. ¿En qué medida lo ha logrado?
-Tendría una puntuación alta en el mantenimiento de esos objetivos en las mentes de la gente y más dispares en cuanto al significado que estos grandes valores tienen en sus vidas del día a día. El no racismo es un valor aceptado por la gran mayoría de la población, pero la raza y la clase social están todavía firmemente entrelazadas.
-¿Hay decepción con el Gobierno, sobre todo entre los jóvenes?
-Es difícil no sentir cierta desilusión o decepción con el partido gobernante y con el presidente actual. El alejamiento de la juventud de la política puede atribuirse en gran parte a la sensación que tienen de que el lenguaje, el estilo y el contenido de la política formal parece desconectado de los desafíos a que se enfrentan. Como presidente del Congreso Nacional Africano y del país, desde luego Jacob Zuma es la figura más destacada que simboliza esa desconexión.
-¿Cómo ve la Sudáfrica actual?
-Soy cautelosamente optimista. Los desafíos económicos a los que se enfrenta Sudáfrica son enormes y los niveles de desempleo, especialmente entre los jóvenes negros, no son sostenibles para una democracia saludable. Sin embargo, hay un poder judicial independiente aunque presionado, una prensa asediada pero libre y una notable organización en la base de la sociedad para hacer que el Gobierno rinda cuentas. Mandela prometió paz, trabajo y justicia. Ese era el lema de en su campaña electoral de 1994, Hay paz, no siempre justicia y mucho desempleo. Pero esos principios, esos objetivos, aún permanecen vivos en la población sudafricana después de estos 19 años.