El candidato del expresidente de Colombia es la principal amenaza a la que se enfrenta su delfín en las elecciones del 25 de mayo
11 may 2014 . Actualizado a las 07:00 h.Rivalidad política, estrategia electoral o venganza personal. Los últimos metros de la carrera por la presidencia de Colombia ofrecen el espectáculo de un juego de codazos cada vez más sucio entre el presidente Santos y el expresidente Uribe, que ha salido en defensa de Zuluaga, el candidato de su partido.
En el esprint hacia el 25 de mayo, los gregarios se desinflan en los arcenes mientras los jefes de filas suben de marcha. Juan José Rendón, el estratega de la campaña de Juan Manuel Santos (Unidad Nacional) dimitió, tras ser acusado por narcotraficantes presos en EE.UU. de recibir 12 millones de dólares en el 2011 para impulsar un acuerdo de rendición de capos mafiosos. El plan no cuajó pero, según Uribe, Santos recibió 2 de esos 12 millones para su campaña.
Óscar Iván Zuluaga (Centro Democrático) perdió a su coordinador de campaña, Luis Alfonso de Hoyos, que se vio envuelto en un escándalo de espionaje para hacer fracasar el plan de paz con las FARC. Hoyos acudió a una cadena de televisión para publicar información obtenida de unas cuentas de correo interceptadas por un hacker que forma parte de su equipo y que está detenido.
El ex jefe de Estado Juan Manuel Uribe, hoy principal opositor, designó a Santos en el 2010 como candidato y lo apoyó en su campaña para la presidencia, pero el sucesor moldeado y elegido con tanto mimo acabó nadando en dirección a la moderación.
Las FARC, en el eje
Uribe, partidario de acabar con la guerrilla por la fuerza de las armas, se sintió traicionado por su delfín cuando este empezó a dialogar en el 2012 una solución pacífica con las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC). Santos desea cerrar el viejo conflicto (cinco décadas) y lo ha convertido en eje de su campaña: los colombianos tienen que elegir «entre la guerra y la paz», entre la solución de los ultraconservadora y la única duradera, la suya.
Al delfín colombiano le han crecido alas. Como al español cuyo nombre un día también quedó sin tachar en la famosa libreta de José María Aznar. En el preludio de las elecciones europeas del mismo 25 de este mes, la distancia entre Mariano Rajoy y su mentor se midió en imágenes de ausencias bien elocuentes. Un estilo de mando, el de Uribe y Aznar, que en su día mantuvieron buenas relaciones, con afinidades que traen, en buena lógica, consecuencias también similares.