El presidente Vladimir Putin ordenó ayer reforzar las medidas de seguridad en la frontera con Ucrania para impedir incursiones ilegales, según informó el Kremlin. El secretario de Estado norteamericano, John Kerry, dijo ayer en Kiev que confiaba en que la crisis en Ucrania va a apaciguarse y que no habría que imponer nuevas sanciones a Rusia.
Putin impartió la orden en la frontera al Servicio Federal de Seguridad (antiguo KGB) justo después de la investidura del presidente de Ucrania, Petro Poroshenko. En las últimas semanas, Kiev ha denunciado que mercenarios rusos, en concreto chechenos y cosacos, han cruzado la frontera para sumarse a las milicias prorrusas que combaten al Ejército de Kiev en las regiones rebeldes de Donetsk y Lugansk.
Durante su discurso de investidura, el nuevo presidente propuso crear «un corredor para los mercenarios rusos que quieran regresar a sus casas». Putin, que niega la participación rusa en la crisis, saludó el viernes el plan de paz de Poroshenko, aunque desvinculando a Rusia del conflicto.
Kiev ha reconocido que ha perdido el control de una parte de la frontera rusa en Lugansk debido a la falta de personal y a los continuos ataques por parte de los milicianos. Según algunas fuentes, los separatistas, que quieren abrir la frontera para ingresar en la Federación Rusa, controlarían en estos momentos más de cien kilómetros de línea de separación entre ambos países.
Los insurgentes prorrusos desvelaron ayer que los ocho observadores de la OSCE retenidos por la milicia se encuentran en la localidad de Severodonetsk.