Los familiares de las víctimas del avión de Malasya Airlines no asumen que no haya pistas del avión, medio año después de desaparecer
07 sep 2014 . Actualizado a las 07:00 h.El mayor misterio de la aviación moderna sigue generando más dudas que respuestas seis meses después. Ese es al menos el sentimiento que transmiten los familiares de las 239 personas que viajaban a bordo del vuelo MH370 de Malaysia Airlines que debía aterrizar en Pekín el pasado 8 de marzo. Según los datos de los satélites Inmarsat, que lo detectaron tras perderse en el radar, cayó al Océano Índico al oeste de Australia, pero la búsqueda ha resultado infructuosa.
Hace una semana se supo, por el rastreo de una llamada telefónica al avión después de que desapareciese de los radares, que la aeronave había girado hacia el sur mucho antes de lo que se pensaba. La información no implica cambios significativos en la zona de búsqueda, pero aumenta el enfado de los familiares que consideran que «la investigación no ha estado bien hecha». En su opinión, desde el principio, «los nuevos datos se contradicen con los anteriores» avivando el desconcierto y el dolor.
Esta es la opinión de Jiang Hui, un pekinés de 53 años que perdió a su madre en el avión. «Yo soy ingeniero y con otros familiares estamos investigando por nuestra cuenta qué pudo provocar que el avión cambiara de rumbo antes de desaparecer. No nos creemos que con tantos radares militares en la zona y con los avances técnicos que existen hoy en día no hayan encontrado el avión todavía», explica con la voz quebrada pero conteniendo las lágrimas.
Hace tres meses, los familiares tuvieron que abandonar el hotel Lido de Pekín donde se reunían para recibir información debido a que la aerolínea dejó de sufragar sus gastos. Sin embargo, siguen en contacto a diario en pequeñas reuniones y a través de Internet, como «una gran familia unida por el dolor» para apoyarse unos a otros.
«Poco más podemos hacer. Si nos manifestamos o planeamos otras medidas de presión, violamos la ley china», explica irritada Dai Shu Qin, de 63 años, quien perdió a su hermana y a cuatro miembros más de su familia, entre los que se encontraba un bebé de un año. Desde entonces ha guardado todas las fotografías y procura no hablar de ellos porque el duelo y las dudas la atormentan. «Nos vamos a volver locos. A veces incluso pienso que el avión pudo aterrizar en algún lugar y que están vivos esperando a que los encuentren», solloza mientras su compañero Jiang le seca las lágrimas.
El primer ministro australiano, Tony Abbott, anunció ayer, tras una reunión con su homólogo malasio, que la búsqueda submarina se reanudará en dos semanas. La empresa holandesa Furgo Survey rastreará una superficie de 60.000 kilómetros en una operación que podría durar un año y cuyo coste, unos 38 millones de euros, sufragarán los gobiernos de Malasia y Australia. Mientras, la compañía aérea, herida de muerte por sus malos resultados económicos tras las tragedias del MH370 y del MH17 que fue derribado en Ucrania en julio, continúa un proceso de reestructuración en el que ya ha anunciado que despedirá a 6000 empleados.
China urgió ayer a Malasia a reforzar la comunicación y prometió proveer al país más asistencia para continuar la búsqueda del vuelo.