Valls viaja a Berlín para buscar la comprensión de la canciller Merkel
21 sep 2014 . Actualizado a las 05:00 h.Manuel Valls viaja este lunes a Alemania para reunirse con Angela Merkel por primera vez como jefe del Gobierno francés con la difícil misión de obtener del Ejecutivo de Berlín su apoyo implícito para aplazar los objetivos del déficit. Más complicado aún parece que pueda lograr su propósito declarado de que la canciller germana asuma sus responsabilidades mediante una mayor contribución al crecimiento europeo.
Enfermo ya crónico de la zona euro, el paciente francés no ha experimentado mejoría sustancial alguna con el tratamiento prescrito desde 2012 por el socialismo gobernante. La economía sigue anémica con el crecimiento estancado, el paro marca hitos históricos con un 10,3% de la población activa y la deuda ya ha superado los dos billones de euros, con lo que rondará el 100% del producto interior bruto (PIB) el año próximo. El déficit, madre de todas las batallas con Bruselas, no solo incumplirá este año el 3,8% prometido sino que alcanzará el 4,4%, dos décimas más que el ejercicio anterior.
Valls, que siente la presión creciente de la desairada ala izquierda de su partido, trata de ampliar su margen de maniobra forzando una nueva prórroga tras reconocer que no cumplirá el objetivo de reducir el desequilibrio de sus cuentas al 3% hasta 2017, dos años más tarde de lo comprometido. Sería el tercer aplazamiento consecutivo tras los obtenidos desde 2003 por los presidentes conservadores Jacques Chirac y Nicolas Sarkozy.
François Hollande, su sucesor socialista en el Elíseo, admite que Francia «tiene mala reputación desde hace tiempo». Sostiene, sin embargo, que no reclama un trato de favor. «Francia habla en interés de Europa», dijo.
En la cuarta rueda de prensa semestral de su mandato, Hollande señaló que los planes de ahorro gubernamentales no irán más allá de los 50.000 millones de euros de recortes en el gasto público contemplados de aquí a 2017 porque pondría en peligro el crecimiento. Tampoco promulgará nuevos impuestos por el riesgo de «romper la recuperación y, sobre todo, desesperar a contribuyentes que ya no pueden más». Su receta pasa por ajustes y tiempo... mucho tiempo. Por eso implora paciencia.
«Los amigos alemanes»
«Nuestros amigos alemanes tienen toda la razón cada vez que nos recuerdan que hagamos reformas», admitió el presidente. «A menudo nos dicen: 'Hagan las reformas que el canciller Schröder, un socialdemócrata, emprendió en su día'. Nos piden hacer en cinco años lo que nuestros amigos alemanes realizaron en más de 10, en un entorno económico mucho más favorable y sin ninguna obligación de déficit público. Somos muy fuertes los franceses, pero no podemos hacerlo dos veces mejor que los alemanes y dos veces más rápido», alegó.
François Hollande hará valer en la próxima cumbre extraordinaria de la zona euro prevista el 24 de octubre sus argumentos para aprovechar los mecanismos de flexibilidad previstos en los tratados y adaptarlos a los objetivos de crecimiento y creación de empleo. A su juicio, el peligro que acecha a las economías europeas es caer en «un escenario de fin del crecimiento en el que la austeridad presupuestaria, conjugada con un nivel elevado del euro y la débil inflación, se suma al endeble crecimiento». «Europa no puede tener como objetivo la inflación cero con el crecimiento cero: horizonte cero», proclama mientras pide oxígeno.