El aspirante oficialista cerró su campaña con tono triunfalista, frente al más fatigado estado de ánimo del opositor Luis Lacalle Pou
29 nov 2014 . Actualizado a las 05:00 h.No son solo las encuestas. También el tono de los discursos con los que el jueves cerraron sus respectivas campañas y los estados de ánimo que expresaban los rostros de los candidatos en los últimos actos a pie de calle, triunfalista el del aspirante oficialista y más como fatigado el del opositor, adelantan quién será mañana el ganador. Hasta los mismos actos de cierre de campaña de cada partido fueron una metáfora de lo que anuncian los expertos. Miles de eufóricos seguidores del Frente Amplio de Tabaré Vázquez convirtieron las calles de Montevideo un una fiesta anticipada que los discursos del candidato trataba de moderar, mientras que el del Partido Nacional tuvo lugar a 140 kilómetros de la capital, con menos concurrencia y un Luis Lacalle Pou peleando por inyectar algo de optimismo.
Si cabe decir que el conservador Luis Lacalle Pou logró acercarse a su rival en el mes de campaña de la segunda vuelta, parece que ni otros 30 días ni 100 más lo hubieran preparado para ganar el asalto final. En cambio, el probable sucesor de José Mujica dormirá hoy con la tranquilidad de un pronóstico muy favorable, más del 52 % de los votos, frente al 40 % que debería cosechar su joven rival, si las encuestas no vuelven a errar el disparo. Pero Tabaré Vázquez debería despertarse el lunes con la preocupación de recuperar la ilusión de los votantes que cinco años después de elegir a Mujica darán mañana la espalda al Frente Nacional.
Se prevé que más del 10 % de los papeletas de los 2,3 millones de ciudadanos que tienen la obligación de acudir a las urnas sean anuladas o entrarán en blanco. Y la mayoría serán de progresistas que han dado la espalda a la heterogénea coalición que integra desde exguerrilleros tupamaros, cristianos, comunistas y socialistas hasta ciudadanos poco ideologizados. Así expresarán su disconformidad con el rumbo centrista y casi derechista que ha tomado el FA, nacido en 1971 de principios antiimperialistas y antioligárquicos.
Tabaré apostó por apuntalar su más que anunciada victoria en las promesas de continuidad con las políticas del popular Mujica, gracias a la tranquilidad con la que la satisfacción de los uruguayos por la marcha de la economía le permitió afrontar la campaña.