El ascenso de los populismos fuerza a Europa a bajar el pistón en los ajustes

adolfo lorente BRUSELAS / COLPISA

INTERNACIONAL

Bruselas suaviza la presión en puertas de un carrusel de comicios nacionales

07 dic 2014 . Actualizado a las 05:05 h.

Una imagen vale más que mil de las enrevesadas siglas anglosajonas que articulan el no menos enmarañado discurso económico de la UE. La foto que mejor simboliza la gestión comunitaria de la crisis se tomó en Bruselas el 12 de marzo de 2012. Vino seguida de sonrisas y abrazos, pero de casual tuvo más bien poco. El ahora presidente de la Comisión Europa, Jean-Claude Juncker, decidió saludar al representante español, Luis de Guindos, agarrándole del cuello en un momento en el que España demandaba más oxígeno a Europa. No fue una foto más. Es la foto. Y a nadie se le olvidará jamás.

Compárese con el trato que se les da ahora a Francia e Italia pese a que han desobedecido sus compromisos del Pacto de Estabilidad y Crecimiento en los presupuestos del año próximo. Que nadie espere ver al flamante nuevo presidente de la Comisión agarrando del cuello a sus ministros y menos a François Hollande o a Matteo Renzi. ¿De dónde viene este doble rasero?

«Las multas no son el objetivo. Debemos darnos tiempo para analizar bien los datos», explica la diferencia el comisario de Asuntos Económicos, Pierre Moscovici [primer ministro de Finanzas de Hollande]. Qué fue de Olli Rehn. Los tiempos han cambiado. Toca levantar el pie y relajar la enorme presión de estos años en materia de ajustes. Con disimulo, eso sí, manteniendo la apariencia de firmeza para que el giro no parezca tan brusco.

«Las reglas no se tocan, pero...». Los matices se han adueñado de una Comisión Europea que ahora pone el acento en la «flexibilidad». «No somos contables, somos políticos. No podemos ser ajenos a la realidad», recalca Gianni Pittella, jefe de filas de los socialdemócratas europeos. El momento es vital.

Muchas cosas han confluido en un mismo tiempo y todo, además, de enorme relevancia. A saber: amenaza de tercera recesión, elecciones europeas, renovación de altos cargos comunitarios, nuevo equilibrio de fuerzas en una Eurocámara cada vez con más poder y dominada por una coalición de populares, socialdemócratas y liberales. Todo unido al incontrolado fenómeno de los populismos, clave de bóveda de la nueva Europa y, sobre todo, de su futuro económico.

Podemos en España, Syriza en Grecia, el Movimiento 5 Estrellas en Italia o el Frente Nacional francés ya se han consolidado como una amenaza real para el statu quo tradicional y las reglas vigentes. Sus programas, de materializarse, harían saltar por los aires el entramado económico comunitario. De ahí esa sensación de vértigo que impera en Bruselas a las puertas de un carrusel de elecciones nacionales que amenazan con provocar un tsunami en Europa, empezando por España. «Nosotros no estamos en guerra con Rusia, sino con el BCE», arengaba recientemente el cómico Beppe Grillo, el líder del Movimiento 5 Estrellas.

Euroescépticos, antieuro, eurófobos... Es un fenómeno que Europa contribuyó a crear con sus recetas de austeridad y que ahora no sabe cómo contener. Lo advirtió el socialista Renzi: «Prefiero una Francia con el 4 % de déficit que una Francia gobernada por la extrema derecha de Marine Le Pen».