Evangelos Venizelos, líder de los socialistas, lo admite abiertamente: «El Pasok tiene que lograr el tercer puesto». Y las encuestas no acaban de darle la razón. Le dan, como mucho, un 5 % y la quinta o la sexta plaza. Sería el peor resultado de su historia. La gestión en tiempos de crisis y su responsabilidad en todo lo ocurrido han desgastado a los dos grandes partidos, casi aniquilando al Pasok, que ha sostenido el Gobierno de Antonis Samarás.
Uno de los argumentos de Venizelos es que tiene sobrada experiencia en política mientras otros son «unos aficionados». Pero quizás sea demasiada experiencia. Él era ministro de Finanzas cuando se aprobaron algunas de las medidas más agresivas.
Por si el Pasok no estaba suficientemente tocado, el ex primer ministro Yorgos Papandreu apostó por una aventura en solitario en estas elecciones fundando el partido Kinima. Los sondeos señalan que es complicado que alcance el 3 % de los votos que se necesitan para entrar en el Parlamento. Pero su candidatura contribuye al hundimiento del Pasok.
Comunismo ortodoxo
La descomposición del bipartidismo tras cuatro décadas de alternancia en el poder ha provocado más de un cambio de chaqueta y ha abonado el terreno en Grecia para el auge de los pequeños partidos en los últimos años. Le ha dado vida al comunismo ortodoxo del KKE, la formación más antigua de la contienda, con más de cien años. Las encuestas señalan que no logrará el 8,5 % de sufragios de las europeas y que descenderá a un 6 %. Previsiblemente el trasvase de votos fluirá hacia Syriza, partido con el que los comunistas juran y perjuran que no pactarán.
Según los sondeos, entraría también en el Parlamento Griegos Independientes, un grupo nacionalista de ultraderecha levantado en el 2012 sobre una base de políticos procedentes de Nueva Democracia. Esta fuerza es muy crítica con las exigencias de la troika y exige mayor autonomía para Grecia.