Expresó el impacto que le causó «la ausencia total de consideración por las mujeres» de los encausados, a las que relegan a «simples objetos de placer»
18 feb 2015 . Actualizado a las 05:00 h.«¿Un hombre poderoso es necesariamente culpable?», se preguntó el fiscal, Frédéric Fèvre, en el alegato final al recalcar que quería tratar al exdirector del FMI Dominique Strauss-Kahn (DSK) «como a cualquier otra persona» y no según la «dimensión excepcional» que daba el encausado al proceso. El aludido se incorporó en la silla para escuchar con atención la intervención del fiscal, que pidió el «sobreseimiento puro y simple» del proceso por presunto proxenetismo de DSK y otros 13 inculpados. «Corresponde al tribunal condenar solamente a partir de pruebas, y no de convicciones», argumentó.
El fiscal expresó el impacto que le causó «la ausencia total de consideración por las mujeres» de los encausados, a las que relegan a «simples objetos de placer». Pero considera que la Justicia trabaja «con el código penal, no con el código moral» y que, «poniendo en la balanza todos los datos [...], ni la información judicial ni la audiencia permitieron establecer pruebas de culpabilidad». Lo que el proceso ha permitido desvelar son las prácticas de un grupo de amigos que buscaban «satisfacer egos, ambiciones o simplemente sus deseos físicos», no una «red mafiosa».
La acusación si pidió dos años de prisión, uno de ellos condicional, para uno de los procesados, Dominique Alderweireld, alias Dodo la Salmuera, propietario de varios prostíbulos en Bélgica, porque sabía perfectamente a qué tipo de fiestas enviaba a las mujeres. Para el antiguo relaciones públicas del Hotel Carlton de Lille, desde donde se organizaban las orgías en París, Nueva York o Washington, pidió quince meses.