Siria, Irak y el mal menor

INTERNACIONAL

ALAA AL-SHEMAREE | EFE

Una agencia de EE. UU. advirtió hace tres años sobre el EI, nadie le hizo caso

24 may 2015 . Actualizado a las 05:00 h.

Aunque menos conocida que su hermana mayor, la CIA, la norteamericana Agencia de la Defensa (DIA por sus siglas en inglés) es, por lo visto, bastante más eficaz en algunos asuntos. Durante el mandato de George W. Bush fueron sus analistas los que advirtieron de que Irak no poseía armas de destrucción masiva. Nadie les hizo caso. Tampoco se les hizo caso ahora, cuando hace tres años elaboraron un informe que acaba de conocerse y en el que evaluaban posibles escenarios para la guerra civil siria. En plena oleada de entusiasmo de la comunidad internacional por la revolución contra Bachar al Asad, la DIA avisaba de que la fuerza dominante en la oposición era Al Qaida y sus aliados, y que su objetivo era la creación en el este del país de un «Estado Islámico» -incluso acertaron con el nombre-. La DIA constataba de que este objetivo se veía con buenos ojos en los gobiernos de los países que apoyaban a la oposición siria -Turquía, Arabia Saudí y el propio Occidente- porque permitiría aislar a Siria e Irán a la vez, pero avisaba de que era casi inevitable que el futuro Estado Islámico se acabase extendiendo a la vecina Irak, concretamente a las ciudades de Mosul y Ramadi.

Mosul cayó en junio del año pasado y Ramadi ha caído hace unos días. Los muchachos de la DIA dieron dos de dos en el blanco. Su informe, sin embargo, se quedó en un cajón del despacho del presidente Obama porque no decía lo que él quería leer. Solo ve la luz ahora, perdido en medio de un fajo de documentos desclasificados por orden judicial. Lo fascinante de estos sietes folios es que, en un lenguaje frío y burocrático, resumen perfectamente la ceguera de la comunidad internacional con respecto a la guerra civil siria; una ceguera que ha hecho posible el desastre que es el Estado Islámico. Que a pesar de todo se siga hablando de apoyar todavía más a los «rebeldes moderados» -los mismos que luego se pasan al Estado Islámico con armas y bagajes- es un síntoma de que esa ceguera quizás sea una afección permanente.

De los crímenes que comete el Estado Islámico solo el Estado Islámico es responsable. Pero cuando en los próximos días oigamos hablar de la destrucción de la histórica ciudad de Palmira en Siria o de las masacres de civiles en Ramadi sería importante que recordásemos que hace no mucho que nuestros líderes consideraban que el Estado Islámico era una buena idea, o al menos un mal menor frente a la dictadura laica de al-Asad. Es importante, porque en un mundo como el de las relaciones internacionales, en el que a menudo no es posible elegir más que entre dos variantes del mal, distinguir cual es el mal menor y cual el mal mayor es la responsabilidad del político. Más aún, se convierte en una cuestión de supervivencia.