«Overbooking» republicano

Victoria Toro NUEVA YORK / CORRESPONSAL

INTERNACIONAL

La falta de liderazgo satura la lista de aspirantes a las primarias, que aunque pierdan logran suculentos beneficios

05 jun 2015 . Actualizado a las 05:00 h.

«La última vez que lo comprobé había 75 personas compitiendo. Pero no he mirado cuántos candidatos se han apuntado hoy», bromeaba Jeb Bush sobre el gran número de aspirantes a las primarias para elegir al candidato republicano a la Casa Blanca. No son 75, pero llegarán a 16. A día de ayer eran oficialmente diez, al sumarse el exgobernador de Texas Rick Perry. A esos diez se prevé que se unan otros seis, entre ellos Bush, que por fin puso fecha al anuncio de su candidatura, el 15 de junio, y el gobernador de Luisiana, Bobby Jindal, que lo hará el 24.

Un número tan alto de candidatos lo complica todo: votantes, donantes y medios de comunicación, que en EE.UU. suelen apoyar públicamente a uno de los aspirantes, deben elegir entre posturas muy similares, en algunos casos prácticamente idénticas. Los propios candidatos deben elaborar estrategias diferentes, ya que no se espera que en las primeras votaciones ninguno se despegue suficientemente del resto.

Esas estrategias de campaña están centrándose, por el momento, en destacar una característica particular de cada candidato. O, al menos, en diferenciarse de los que son más parecidos. Por ejemplo, Rick Santorum y Mike Huckabee compiten por los mismos votantes de la extrema derecha ultrarreligiosa. Santorum intenta distinguirse con la solicitud de un aumento en el salario mínimo, una petición asombrosamente original en los programas conservadores.

¿Por qué tantos?

Pero hay una pregunta que se hacen estos días los analistas políticos: ¿qué es lo que ha hecho que las primarias del 2016 atraigan a un número tan algo de candidatos republicanos? La respuesta es que el partido conservador está profundamente dividido. En un lado están los del Tea Party, en la extrema derecha, y en el otro los centristas. Y en medio de ambas posturas otro número inmenso que combina ambas opciones.

Pero además de esa razón política existen otras que están detrás de la decisión de cada uno de esos candidatos. Muchos de ellos saben que no tienen ninguna posibilidad y, sin embargo, entran en la campaña. ¿Por qué? Saben que aunque no sean elegidos, participar en unas primarias puede darles muchas ventajas: económicas y políticas.

Aunque les fuera fatal, acabarán la contienda siendo mucho más conocidos y eso genera beneficios. Mike Huckabee se presentó en el 2008 y perdió, pero consiguió un sustancioso contrato para presentar un programa en la cadena Fox. Rick Santorum también perdió en el 2012, pero le ofrecieron el puesto de director de una compañía que produce vídeos cristianos. Y para algunos de los que pierdan hay otra posibilidad: la de ser elegidos por el ganador como candidato a vicepresidente.