El terrorista de Túnez llegó al hotel por mar con un Kalashnikov

r. p. REDACCIÓN / LA VOZ

INTERNACIONAL

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Entre los 37 muertos en el ataque al Riu Imperial Marhaba hay británicos, alemanes y belgas, pero ningún español

27 jun 2015 . Actualizado a las 12:00 h.

Treinta y siete muertos y 36 heridos, tres de ellos en estado crítico, es el balance del peor atentado de la historia reciente de Túnez, solo tres meses después del ataque al Museo del Bardo. La mayoría de las víctimas mortales son turistas británicos, irlandeses, alemanes y belgas. Fueron acribillados a balazos por un estudiante tunecino que llegó hasta la playa que conecta con el hotel Imperial Marhaba, de la cadena española Riu, y el vecino Soviva a bordo de una embarcación en la que llevaba escondido un fusil de asalto Kalashnikov en una sombrilla, según declaró el secretario de Estado de Seguridad, Rafik Chelly.

El terrorista fue abatido a tiros por las fuerzas de seguridad después de salir del hotel, tras adentrarse en el vestíbulo y en el aparcamiento. «Perseguía a los que huían y le disparó a una persona que se escondió detrás de un gran jarrón», relató a la agencia germana DPA un turista alemán, que pudo observar la escena junto a su mujer desde una galería en el primer piso. Este testigo contó que al atacante se lo veía muy tranquilo. «No corría ni gritaba», señaló.

En su camino desde la playa al hotel, el yihadista disparó contra los que se encontraban en la piscina. «Intenté esconderme porque vi como el terrorista entraba en el hotel por el lado de la piscina. Luego lanzó una granada cerca de la piscina», contó Slim Brahim, uno de los cocineros del hotel. Una periodista de la AFP vio dos cuerpos yaciendo en un charco de sangre en el aparcamiento, y tres cadáveres al borde de una piscina cubierta.

El británico Steve Johnson, contó a la cadena BBC que estaban tumbados en la playa cuando escucharon lo que pensaban en un principio era de fuegos artificiales. «Pero pronto fue bastante obvio ... que era de armas de fuego que estaban siendo dados de alta y gente gritando y comienzan a correr», señaló.

Detención de un sospechoso

Chelly afirmó que un segundo asaltante se dio a la fuga y fue detenido poco después por la policía a un kilómetro del hotel atacado en medio de una multitud enfurecida que intentaba agredirlo. Sin embargo, anoche las autoridades hablaban de un único atacante.

El Ministerio de Interior explicó que el terrorista muerto no estaba en la lista de vigilados por los medios policiales. La web Tunisia Live lo identificó como Seifedine Yacubi, de 23 años, estudiante de aviación y vecino de la ciudad santa de Kairuán, situada cerca de Susa. Este medio también señala que las fuerzas de seguridad encontraron una bomba adherida a su cuerpo.

Aunque se temía que hubiera españoles, al ser un hotel de una cadena mallorquina, no había ninguno registrado en el establecimiento. Londres confirmó ya la muerte de al menos cinco británicos e Irlanda, de uno de sus ciudadanos, mientras Bélgica identificó a tres nacionales entre los heridos. Entre las víctimas hay también una seis tunecinos.

Aunque Túnez había activado un plan de seguridad con motivo de las fechas del Ramadán, las fuerzas de seguridad no pudieron impedir el ataque. El presidente tunecino, Beji Caid Essebsi, anunció que habrá que adoptar «medidas dolorosas pero necesarias».

Viernes de rezo y Ramadán, los días preferidos por los yihadistas

Los integristas aprovechan los viernes de rezo y sobre todo el Ramadán para lanzar su yihad contra el infiel, sea de confesión chií, occidental o cualquiera contrario a sus creencias. Todo pese a que este período de ayuno está consagrado a buscar la paz y la purificación interior y es uno de los cuatro meses del calendario islámico en los que la guerra está prohibida.

¿Por qué entonces intensifican los ataques? Los suníes más radicales interpretan que siguen la enseñanza de Mahoma, ya que él mismo libró una de sus más importantes batallas en Ramadán; la conquista de La Meca en el año 624. Para ellos ser mártir de la yihad en el mes sagrado les coloca al escalón más alto del paraíso. Una práctica seguida no solo por el EI, si no también por el GIA en los 90, Al Qaida en Irak, Boko Haram o Al Shabad.