Los partidarios de votar a favor y en contra de la propuesta del Gobierno empatan en las encuestas y consiguen reunir un número similar de apoyos en las calles
04 jul 2015 . Actualizado a las 10:59 h.Grecia ya está oficialmente en quiebra, según anunció ayer el Fondo Europeo de Estabilidad Financiera, que es quien más dinero le ha prestado, 144.000 millones de un total de 240.000, pero en la práctica le ha dado una prórroga. Decidió «no reclamar el reembolso inmediato», pese a que puede hacerlo tras no pagar Atenas el lunes el préstamo del FMI. Es otro empujoncito hacia el abismo, uno más en el extraño limbo en el que se mueve el país, con los bancos cerrados pero una aparente normalidad en las calles, un paréntesis irreal hasta el día decisivo, el referendo de mañana.
El país no puede estar más dividido. Las últimas encuestas sitúan unas décimas por delante la opción de pactar con la troika y dejan la victoria en manos de los indecisos, que rondan el 9% de los consultados. Pero la situación está lejos de estar cerrada. La consultora Alco, en un trabajo al que se otorga cierto crédito, sitúa el sí en un 41,7% de los votos, seis décimas por encima del no. El periódico Etnhos se hace eco de otro sondeo que amplía la ventaja a 1,5 puntos, con un 44,8% de los apoyos. Sin embargo, una medición publicada horas después por el diario AVGI da al no como ganador con un 43% de los votos frente al 42,5% que lograría el sí.
La polarización está fracturando a la sociedad griega en un choque de clases. Si se piensa que un 35% de la población vive bajo el umbral de pobreza y no tiene nada que perder, se puede comprender que no vean el riesgo del no. Quien sobrevive en la miseria y no entiende de números vota por instinto. Dora, una señora que ayer vendía pañuelos de papel en la puerta de una iglesia, dirá no. «Voté a Tsipras para que haga lo que está haciendo, no dejar que nos humillen más y defender a su gente», explica. Cinco años de planes de austeridad, que el propio FMI ha considerado un error, han moldeado este tipo de votante.
El miedo a los que están desesperados está causando el pánico en los demás. «He visto bajar a manifestarse por el sí a amigos y conocidos que en su vida habían pisado la calle para protestar por nada», cuenta un empresario, muy preocupado porque «todo está parado y no puedes importar materia prima». En las clases aún medio altas o círculos intelectuales [246 profesores universitarios pidieron el voto al sí] exaspera la sensación de que están en juego problemas que buena parte de la población no acierta a comprender. «Creo que el voto por el no es el más fácil, un desahogo. Es un error porque piensan que luego la vida seguirá como siempre, pero ya no va a ser así».
La polarización del país no es el único rasgo que se advierte. Todo es confusión e incertidumbre incluso sobre lo esencial, el significado del nai y el oxi, el sí o el no. Los políticos de uno y otro lado juegan constantemente desde hace cinco años al malentendido. A 48 horas de la consulta ni está claro lo que los griegos están votando. Desde Europa prácticamente se presenta la consulta como un dilema entre seguir o no en el euro, entre esta moneda y el regreso al dracma, entendiendo que no hay muchas más salidas más allá del acuerdo y, sobre todo, dando por hecho que a Grecia se le ha acabado el dinero.
Sin embargo, desde Atenas este planteamiento se ve como una maniobra de terror y propaganda. El primer ministro, Alexis Tsipras, salió ayer en la tele, con una solemne biblioteca detrás, para lanzar un mensaje de tranquilidad. «El no en el referendo no es un no a Europa. Os llamo a decir no a los últimatum y chantajes. Votar no no significa crear una fractura con Europa, significa continuar con las negociaciones en términos mejores para los griegos».
Son las mismas ideas que repitió poco después ante algo más de 20.000 personas que lo aplaudieron y aclamaron en la emblemática plaza Syntagma, un acto en el que habló un representante de Podemos que para sellar la amistad de su formación con Syriza citó un lema de La bola de cristal: «¡Solo no puedes, con amigos, sí!»
A pocas calles de allí, ante el antiguo estadio olímpico de la capital y entre muchas banderas de la UE, otras 20.000 personas se reunieron para apoyar el sí. Tomaron la palabra pequeños empresarios, representantes municipales de distintas localidades y el alcalde de Atenas, el independiente Yorgos Kaminis. «Nos obligan a votar sin darnos tiempo para pensar, para debatir con calma, con una pregunta que nadie puede entender. Tsipras ya no tiene con quien discutir en Europa, nadie le cree», dijo.
Pasar de una marcha a otra mostraba a un país partido en dos, solo unido por el miedo a lo desconocido.
Tsipras pide una quita del 30 % y un período de gracia de veinte años
Tsipras no dejó escapar ayer la curiosa asistencia que le brindó el día anterior un informe del FMI que apostaba por reestructurar la monumental deuda griega y estimaba necesario un tercer rescate de 36.000 millones para los próximos tres años. El líder de Syriza se congratuló por esta opinión, pero lamentó que «no haya sido jamás presentada durante los cinco meses de negociación». Ya puesto, lanzó una nueva demanda a los acreedores y pidió una quita del 30% en la deuda y «un período de gracia» de 20 años.
La del organismo que dirige Lagarde no fue la única bolsa de oxígeno que recibió el Gobierno griego. El Tribunal Supremo Administrativo, máxima instancia judicial del país, desestimó el recurso de inconstitucionalidad que habían presentado dos ciudadanos, uno de ellos exmagistrado, por entender que la consulta versa sobre temas fiscales, lo que en principio estaría prohibido por la Carta Magna. Los jueces, que se reunieron en sesión de urgencia, evitaron pronunciarse sobre el fondo de la cuestión y argumentaron que el tribunal no puede pronunciarse sobre la constitucionalidad de decisiones de esta naturaleza.