El Eurogrupo da luz verde para negociar el tercer rescate griego
INTERNACIONAL
El BCE aumenta la liquidez de emergencia a los bancos en 900 millones
17 jul 2015 . Actualizado a las 05:00 h.El doloroso sí que dio el Parlamento griego al primer paquete de reformas que emprenderá Grecia en los próximos días ha logrado abrir las puertas a la negociación del tercer rescate heleno. El Eurogrupo acordó ayer por teleconferencia dar su aval político al inicio de las conversaciones entre Atenas y la troika tras comprobar que el Gobierno de Tsipras cumplió su palabra de sacar adelante las condiciones impuestas por la zona euro en la cumbre de líderes del pasado lunes: subida del IVA, recortes de las pensiones, reducción automática de los gastos en caso de desequilibrio presupuestario de las cuentas públicas, adelgazamiento de la Administración del Estado, privatizaciones de activos y servicios por 50.000 millones de euros, más flexibilidad laboral, revisión del derecho a huelga y del convenio colectivo.
Un catálogo completo de medidas que ha puesto en pie de guerra a 39 diputados del principal partido del Gobierno y que ha forzado una cascada de dimisiones en estratos altos del Ejecutivo. La herida abierta dentro de Syriza obligará a Tsipras a remodelar su equipo e incluso a formar una nueva coalición gubernamental con partidos de la oposición, de la que depende para sacar adelante el futuro rescate, lo que abriría las puertas a la convocatoria de nuevas elecciones. De todos modos, la prensa griega informó ayer de que la remodelación podría no ser inmediata. El líder de Syriza estaría sopesando celebrar los comicios en septiembre u octubre, según el ministro del Interior, Nikos Vutsis, para hacerlos coincidir con los españoles,
La capitulación griega era la ficha exacta del dominó que sus socios del euro querían echar abajo antes de negociar los términos de la tercera ayuda multimillonaria que necesita Atenas (86.000 millones de euros) para seguir devolviendo la deuda en los próximos tres años. Ahora la mayor urgencia para Grecia es la falta de liquidez. Acumula facturas atrasadas al FMI por 2.000 millones de euros y el próximo lunes deberá devolver 3.500 millones al BCE. «La información que me llega es que se nos pagará, y al FMI también», aseguró ayer su presidente, Mario Draghi.
Para evitar el impago, la Unión Europea alcanzó ayer un principio de acuerdo por el que inyectará a Atenas 7.000 millones de euros procedentes del Mecanismo Europeo de Estabilidad Financiera (MEEF), alimentado con presupuesto comunitario. Las reticencias de países que no comparten el euro como Reino Unido, Dinamarca , Suecia y República Checa a lanzar el salvavidas a Grecia obligó a los socios a utilizar como garantía de devolución los beneficios de la deuda griega en manos del BCE.
Atenas se ha quedado sin fondos y sus bancos están al borde del colapso. El país sufre un corralito desde que el pasado 28 de junio el BCE se negó a aumentar la liquidez de emergencia (ELA). Draghi anunció ayer que «las cosas han cambiado» y que Fráncfort aumentará la línea de ayuda en otros 900 millones de euros frente a los 1.500 que pedía Grecia. Suficiente para que los bancos puedan volver a abrir la semana próxima, aunque las restricciones seguirán vigentes.
Berlín sigue insistiendo en el «grexit» temporal
Lejos queda aquel «vamos a darles una lección a los griegos. Nos han mentido, han abusado y les vamos a crujir», que según el ex secretario del Tesoro de Estados Unidos, Tim Geithner, pronunció el ministro alemán de Finanzas, Wolfgang Schäuble en el 2010. Han pasado cinco años desde entonces. La crisis griega se ha llevado por delante a varios Gobiernos helenos, arrasó más de un cuarto de su economía y deslizó un segundo rescate que, por lo pronto, tendrá una tercera entrega precedida de un corralito. La crisis se agudiza. Nada ha cambiado. Tampoco el decidido ánimo de venganza de Schäuble, que solo la canciller alemana, Angela Merkel, ha podido aplacar para evitar en la última semana un reventón en el euro.
El despiadado acuerdo que Grecia firmó el pasado lunes contra las cuerdas «fue fundamentalmente de elaboración alemana», reconocieron entonces altas fuentes diplomáticas. Una ofrenda para contentar a los sectores más duros en el Bundestag que jalearon a Schäuble para que forzase el grexit, una expulsión temporal del euro de al menos cinco años. «Puede que ese fuese el mejor camino para Grecia», aseguró ayer en una entrevista a la radio pública alemana sin el menor atisbo de arrepentimiento o autocrítica.
La defensa pública que ha hecho a favor de la salida del país heleno del euro pone de manifiesto su deseo de endurecer lo suficiente el acuerdo como para que Atenas sopese si le sale a cuenta seguir en la eurozona, una maniobra para precipitar una salida voluntaria, ya que los Tratados impiden la expulsión de los socios y sostienen la «irreversibilidad» de la moneda. La canciller ha sido mucho más discreta y ha evitado comentarios a favor de este plan para no dilapidar las pocas simpatías que le quedan entre socios como Francia e Italia, que quieren evitar las consecuencias colaterales de una ruptura en el euro.
Pero Merkel parece estar dispuesta a respaldar el plan de su ministro. Según apunta la agencia Reuters, la canciller habría defendido ante su partido una salida temporal de Grecia hasta que el país ponga en orden las cuentas públicas. «El simple hecho de haber discutido esa opción ha debilitado a la Unión», se lamentó ayer en público el presidente del BCE, Mario Draghi. El argumento que esgrime Berlín es que la deuda griega no es sostenible si no se aplica una quita, que es incompatible con la pertenencia al euro.
Finlandia ratifica el acuerdo y el Bundestag alemán lo votará hoy
De forma paralela al trabajo del Eurogrupo, algunos Parlamentos nacionales deciden estos días si finalmente apoyan la apertura de negociaciones para alumbrar un tercer rescate a Grecia en las próximas semanas.
Finlandia, el halcón que más se ha resistido a prestar nuevos fondos al país heleno, cedió ayer a la petición formal de ayuda que presentó el Gobierno de Tsipras. A pesar de las dudas y la fuerte oposición por parte de los conservadores y los eurófobos que forman parte del Ejecutivo, Helsinki dio luz verde a las negociaciones y al crédito de urgencia que expedirá la UE a Grecia para pagar sus facturas inmediatas. Lo hizo tras conocer que el Gobierno griego había logrado sacar adelante el programa de reformas en su Parlamento. «Estoy un poco preocupado después de que Tsipras dijese ayer (miércoles) por la noche que él no creía en el programa», indicó el ministro de Finanzas finlandés, Alex Stubb. El Parlamento lituano siguió los mismos pasos y ayer ratificó la postura de sus socios.
Hoy todos los ojos están puestos en el Bundestag. El Parlamento alemán deberá respaldar el mismo acuerdo donde Berlín puso la letra. Con «total convicción» votará a favor el ministro de Finanzas, Wolfgang Schäuble, a pesar de que el alemán apuesta abiertamente por el grexit, al igual que sus socios holandeses. «Si no se llega a un acuerdo en el Memorando de Entendimiento con Grecia, ellos solos llegarán a la conclusión de salir del euro. No se puede forzar a Grecia a que salga, pero el Gobierno holandés apoyaría un mecanismo en el Tratado de la UE que haga posible esa salida», manifestó ayer el primer ministro de ese país, Mark Rutte.
«No contenta a nadie»
Nadie parece creer que el acuerdo pueda llegar a alguna parte. El Parlamento Europeo se mostró ayer especialmente decepcionado con el programa impuesto a Grecia. A ninguna fuerza, excepto a los conservadores, les convenció la melodía. «No contenta a nadie», reconoció la eurodiputada liberal, Esther De Langue. «Es un gran fracaso democrático que Berlín pretenda socavar al Gobierno griego», denunció el diputado de la Izquierda Unitaria, Dimitrios Papadimoulis. Los socialdemócratas pusieron en cuestión que el acuerdo pueda garantizar la justicia social a la hora de repartir la carga de los recortes y los eurófobos volvieron a hacer sangre de la herida abierta entre el norte y el sur de Europa.