Cristina baila, Daniel no

INTERNACIONAL

25 oct 2015 . Actualizado a las 05:00 h.

Al menos una cosa ha quedado clara en esta campaña electoral argentina: Cristina Fernández de Kirchner se lo ha pasado de miedo. Ha pronunciado discursos emotivos, ha gritado, y sobre todo ha bailado? Y eso que no se presenta. Su entusiasmo resultaba todavía más llamativo cuando se lo comparaba con el tono más bien anodino y algo preocupado de su candidato, Daniel Scioli. Pero ambas cosas tienen explicación. Es lógico que Cristina esté feliz y que Scioli se encuentre incómodo. La presidenta no ha podido elegir el candidato que ella quisiera pero sabe que, triunfe o fracase Scioli, su legado político está a salvo. En cuanto a Scioli, el problema es precisamente ese legado del kirchnerismo, que se ha convertido en un pasivo oneroso que, por razones de estrategia, se ve obligado a cargar sobre sus espaldas.

Cristina Fernández había apostado fuerte al principio de segundo mandato. Con Axel Kicillof como ideólogo, puso en marcha una estrategia económica radical basada en la política monetaria y el control de precios, con el objetivo de desligar el crecimiento de la inflación. Digamos que no fue bien: estancamiento del PIB, evaporación de las reservas extranjeras, inflación? El Gobierno no tuvo más remedio que recoger velas y establecer controles de cambio.

Fue ahí donde Cristina perdió el derecho a nombrar un sucesor que perseverase en su legado y tuvo que conformarse con otro que, simplemente, fingiese hacerlo. Ese es Daniel Scioli, un hombre que procede del liberalismo de centro derecha, un cachorro de Menem que se ha prestado a simular un traspaso ordenado de poderes. A cambio de contar con la maquinaria del peronismo, que prácticamente le garantiza la victoria, Scioli ha aceptado con resignación la etiqueta de candidato «oficialista» pero con la intención de hacer luego lo que le parezca.

Curiosamente, algo así sucede con el principal candidato de la oposición, Mauricio Macri. También su candidatura juega con el malentendido y la simulación. También él procede del centro-derecha liberal, pero ha preferido poner sordina a su discurso para poder recibir el apoyo del partido radical, y porque teme la popularidad residual del kichnerismo.

Indefinición

Esta indefinición le ha perjudicado en las encuestas y le ha hecho perder apoyos en favor de un tercer candidato, Sergio Massa, que tiene un discurso más claro. Paradójicamente, Massa, un peronista, es la verdadera oposición al peronismo; pero es una paradoja solo aparente en un sistema político como el argentino, en el que no existen ideologías sino únicamente élites políticas que se eligen entre sí.

En principio, ninguno de los dos, ni Massa ni Macri, tienen demasiadas posibilidades de imponerse hoy. Cristina Fernández ha cumplido con su parte del trato y le ha proporcionado a Scioli una alfombra roja: un aumento del gasto e incentivos al consumo a lo largo de este año que han producido el efecto óptico de una leve recuperación económica.

Scioli solo tiene que evitar ahora una segunda vuelta, sobre todo contra Massa, a quien algunas encuestas dan como ganador en el caso de que se produzca ese escenario. Pero lo más preocupante para él es ganar: Scioli tendrá que enfrentarse a una situación financiera desastrosa que, con casi toda seguridad, le obligará a llevar a cabo fuertes ajustes económicos. Si lograse estabilizar la nave, lo que no parece fácil, Cristina Fernández aún podrá anotarse puntos, puesto que es su candidato. En cambio, si fracasa, ella estará entre sus primeros críticos y, por tanto, también recogerá los frutos.