Aníbal Fernández pierde en el bastión del kirchnerismo, la provincia de Buenos Aires, frente a la candidata conservadora
27 oct 2015 . Actualizado a las 05:00 h.El voto indeciso terminó por rebajar las expectativas del ganador, Daniel Scioli, y suministrar una inyección de moral al candidato de Cambiemos, Mauricio Macri. El conservador bien puede considerarse el ganador de las elecciones argentinas o, al menos, el azote de las encuestas.
Cuando la gran incógnita era saber si Scioli evitaría la segunda vuelta distanciándose más de diez puntos de su rival, Argentina se decidió por escribir un hito en su historia democrática y pasar por primera vez al balotaje. La ventaja del primero sobre el segundo quedó reducida a poco más de dos puntos y medio (36,86 frente a 34,33 %). En parte, porque el candidato kirchnerista cedió cuatro puntos sobre lo pronosticado, pero también porque Macri creció otros cuatro, algo que un casi diez por ciento de indecisos hacía difícil de predecir. Ahora que se han destapado sus preferencias, lo que se ventila el 22 de noviembre es si el gran derrotado, Scioli, será capaz de aguantar el largo esprint que ya inició su contrincante.
Ambos candidatos ya comenzaron la carrera hacia «la gran final por el futuro del país», como la definió Scioli. Él fue el ganador ayer, sostiene, y por eso «el problema lo tiene él», dijo refiriéndose a Macri, que vaticina el «comienzo de una nueva Argentina» tras su inesperado acercamiento al líder kirchnerista.
No lo debe de tener muy claro, sin embargo, Scioli. Fue el único aspirante que rehusó participar en el primer gran debate de los candidatos presidenciales de la historia argentina, y ya retó a su contrincante a hacerlo. Macri lo aceptó: «Bienvenido el debate, no hay ningún problema», y ya hay fecha, el 15 de noviembre.
Las urnas también emitieron el veredicto -esta vez sí, como pronosticaban los sondeos- sobre quién será el árbitro: Sergio Massa, al que los analistas daban de antemano como virtual ganador en una hipotética segunda vuelta contra Scioli. El líder de UNA (Una Alternativa Nueva) se definió, ya con su 21,3 por ciento de votos, como el «garante del cambio». Disidente del kirchnerismo, tras ser arrinconado por la presidenta, no es difícil suponer hacia dónde querrá inclinar la balanza, aunque ambos candidatos pelearán por los votos peronistas que se llevó. Si la derrota de ayer es un síntoma de la descomposición del kirchnerismo, por poco que empuje Massa el fin de una era podría quedar sellado dentro de 30 días.
Los resultados de la provincia de Buenos Aires son otro dato que incluir para valorar si fue el desgaste del kirchnerismo lo que borró de un plumazo al jefe de Gabinete, Aníbal Fernández, que está dispuesto a «dar un paso al costado». La candidata de Cambiemos, María Eugenia Vidal, arrebató con casi el 40 % de los votos el gobierno de la provincia, la mayor circunscripción electoral de Argentina, a 28 años de peronismo. Fernández no cree que sus malos resultados sean parte del batacazo de Scioli. Rechazó ser el «mariscal de la derrota», de la que culpó a los medios y al «fuego amigo». «No tengo duda que hubo gente que pateó en contra», dijo sin querer mencionar nombres.
Cristina Fernández acusó la derrota simbólica y, recluida en Olivos, evitó hacer declaraciones. Pero el poder de los Kirchner se consolida en su feudo. Alicia, hermana del expresidente Néstor, será la próxima gobernadora de la provincia de Santa Cruz y el hijo de la presidenta Máximo, líder de La Cámpora, logró un escaño en el Parlamento local.