La ultraderecha pulveriza su techo electoral en las regionales francesas

Fernando Iturribarría PARÍS / COLPISA

INTERNACIONAL

PASCAL ROSSIGNOL | reuters

El Frente Nacional revalida su condición de partido más votado al arrasar con el 30 % en primera vuelta

07 dic 2015 . Actualizado a las 05:00 h.

Del estado de emergencia por el terrorismo yihadista, Francia pasó anoche al estado de excepción político por el triunfo de la ultraderecha tres semanas después de los mayores atentados de su historia. El Frente Nacional (FN) revalidó su condición de partido más votado del país, pulverizó su techo electoral al cosechar en torno al 30 % de los votos y acaricia gobernar varias regiones del tamaño de países medianos europeos tras imponerse en la primera vuelta de las elecciones regionales. El socialismo gobernante encajó el quinto revés consecutivo en las urnas tras los desastres en las municipales, europeas, senatoriales y departamentales al conformarse con el 23 % de los sufragios por el voto de castigo a la gestión del presidente François Hollande. El líder conservador Nicolas Sarkozy también fracasó en su intento de perfilarse como alternativa en las presidenciales, pues la coalición de centroderecha apenas sumó el 27 % de las papeletas.

Vencedor en seis de las trece regiones, el partido de Marine Le Pen destrozó un tope que hasta ahora estaba fijado en el 25,2 % cosechado en la primera vuelta de las elecciones departamentales celebradas en marzo. Entonces no logró transformar el ensayo pues no conquistó ninguno del centenar de gobiernos provinciales en liza en la segunda ronda, que tiñó el mapa electoral de azul con la victoria del centroderecha. Esta vez le favorece el escrutinio proporcional que, a diferencia del mayoritario vigente en los demás comicios, permite fajarse en solitario por el poder local y neutralizar las componendas pactistas de los adversarios de izquierda y derecha cuando consiguen superar sus diferencias.

Ascenso constante

El FN lleva en ascenso constante desde el 2007, cuando Sarkozy birló gran parte del capital electoral a Jean-Marie Le Pen en las presidenciales. Obtuvo el 4,3 % de los votos en las legislativas del 2007, el 4,9 % en las cantonales del 2008, el 6,3 % en las europeas del 2009, el 11,4 % en las regionales del 2010, el 15,1 % en las cantonales del 2011, el 17,9 % en las presidenciales del 2012, el 24,9 % en las europeas del 2014 y, finalmente, el hito del 25,2 % en marzo. En la historia política francesa no existen precedentes de un partido que haya multiplicado por siete sus registros en ocho años y que desde la marginalidad intrascendente pase a ocupar un papel central en la vida pública en menos de un decenio.

La escalada imparable le coloca a un paso de conquistar las mayores parcelas de poder político desde su fundación en los años setenta. Con el viento en popa del estado de excepción y las políticas autoritarias de seguridad, acaricia el sueño de gobernar varias regiones con una población de tamaño equiparable a países como Dinamarca o Finlandia cuando hasta la fecha las máximas cotas institucionales en sus manos son once ayuntamientos con más de 9.000 habitantes.

Marine Le Pen y Marion Maréchal-Le Pen, hija y nieta del purgado fundador del FN, están a punto de convertirse en las presidentas de las regiones de Norte-Paso de Calais-Picardía y Provenza-Alpes-Costa Azul, respectivamente, donde arrasaron en la primera vuelta con más del 40 % de los votos. El movimiento soberanista, antieuropeo y xenófobo también se impuso en otras cuatro de las trece regiones de Francia.