El referéndum europeo desgarra familias y amistades en el seno de los «tories»

Iñigo Gurruchaga COLPISA

INTERNACIONAL

PETER NICHOLLS | REUTERS

Las disensiones a favor del abandono británico de la UE fracturan la cúpula conservadora y la negociación con Bruselas

29 feb 2016 . Actualizado a las 07:49 h.

Esta fue la semana en la que David Owen, ministro de Exteriores del Gobierno laborista en los años setenta, antes de que Margaret Thatcher fuese primera ministra, anunció en The Sun que votará en el referéndum del 23 de junio por el abandono británico de la Unión Europea, porque la negociación de David Cameron «ha demostrado que no se puede reformar la UE desde dentro».

Un europeísta destacado en la política británica durante cuatro décadas cruza las líneas de la contienda, pero el desgarro personal en el seno de la cúpula conservadora tiene el interés adicional del factor humano. Sarah Vine, columnista del eurófobo Daily Mail, ha escrito sobre su descubrimiento, el pasado verano, de que el referéndum europeo traía una tormenta hacia su marido, Michael Gove, ministro de Justicia, y sus amistades. Ministro lo había sido ya, de Educación, y David Cameron tuvo que destituirlo por las tensiones que sus ayudantes -uno de ellos, Dominic Cummings, es el director de la campaña Vote Leave (voto por el abandono)- habían creado en el Gabinete. Perdió Gove la cartera de Educación, vocacional en su caso, hijo adoptado de una familia escocesa, educado en una escuela estatal y graduado en Oxford.

Cameron lo recuperó en el nuevo Gabinete tras las elecciones y le dio Justicia, donde ha procedido a desmantelar los disparates del anterior ministro, Chris Grayling, ahora responsable de relaciones con la Cámara de los Comunes, que ha optado también por el out. Gove es un ministro respetado. Su pasión actual por la educación de presos y la reforma de las cárceles sirve como aval. Sarah Vine, su esposa, sabía que que se acercaba una tormenta y, cuando regresaron a Londres de sus vacaciones en la costa de Norfolk, se puso a limpiar la casa para ahuyentar temores. Sacó la caja con las fotos de su fiesta de boda, en el sur de Francia. Allí estaban los amigos íntimos de la vida y la política: Cameron y su mujer, Samantha, embarazada, George Osborne, Ed Vaizey... el clan de jóvenes tories con casa en el barrio de Notting Hill que gobierna ahora a los conservadores.

¿Sobrevivirán esas amistades?, se pregunta Vine en el recuento del torbellino sentimental. Los Gove eran canguros de los Cameron. No se trata aquí de infidelidades o de conductas incompatibles con el respeto mutuo, se trata de la soberanía de Reino Unido. Gove ha afirmado esta semana que el acuerdo europeo logrado por Cameron no es ya legalmente inviolable, como el primer ministro afirma.

¿Cuestión de principios? La relación entre Cameron y Boris Johnson, estudiantes de Eton y de Oxford, nacidos en las buenas familias que administran lo británico desde siempre, es más enrevesada. Siempre tensa porque Johnson se considera a sí mismo más brillante que el primer ministro y quiere reemplazarlo. El desafío del aún alcalde de Londres, más partidario de la UE que Gove en sus sendas biografías, es visto como parte de su aventura vital más que enraizado en principios, pero hiere a ambos.

Los Johnson. El padre aspiró a ser diputado pero tuvo que conformarse con tener a dos hijos en el Parlamento. Boris, el gracioso y exuberante. Jo, el discreto. Amable, pausado, metódico, Jo Johnson estuvo en la oficina política de Cameron en el primer mandato y advierte ahora, como ministro de Universidades, que el abandono de la UE sería catastrófico.¿Amigo? ¿Hermano? No, esta vez es el padrino. «No es fácil para mí estar en el lado opuesto del argumento», escribía también esta semana Michael Howard, exministro de Interior de John Major. Fue líder del Partido Conservador durante la sequía blairista e hizo todo lo que le permitían las reglas para lograr que su exasistente, David Cameron, le sustituyera al frente del partido. Howard votará out. No es una guerra civil, es el desgarro de complicidades y amistades que han durado décadas.