Luiz Inácio Lula da Silva promovió una izquierda más pragmática que la de Chávez y los Castro
05 mar 2016 . Actualizado a las 05:00 h.De líder sindical que luchó contra la dictadura a presidente de un país al que inscribió en uno de los clubes con más glamur del mundo, el BRIC. Así se resume el ascenso en la carrera política de Luiz Inácio Lula da Silva. La caída al abismo acaba de empezar -en octubre su influencia aún se hizo notar en la última renovación del Gabinete de Dilma Rousseff- y podría ser tan dura como presagia la sentencia. En 1980 funda el Partido de los Trabajadores, desde el que intenta el asalto a la presidencia en tres ocasiones, antes de lograrlo en el 2002. Sus primeros éxitos electorales los debe a la defensa de los derechos de los trabajadores (huelga, 44 horas semanales, vacaciones pagadas, revisiones salariales) y a los ataques a las políticas neoliberales de Fernando Collor de Mello, al que acosó por corrupto hasta que logró su destitución.
Su llegada a la presidencia el 1 de enero del 2003, tras una campaña en la que prometió mantener los acuerdos de Cardoso con los organismos financieros internacionales, supuso un giro conciliador en su imagen y en su discurso. El éxito en su lucha contra la pobreza y de sus políticas de orientación social en un marco económico neoliberal, acompañadas por el despegue económico de Brasil, construyeron, a pesar de las críticas desde el sector más duro del PT y de la izquierda, su mejor imagen en casa, acompañada del reconocimiento internacional como presidente más valorado de toda América Latina.
Es el Lula pragmático que pacta con fuerzas de centro y de derecha, tras estallar el año anterior el escándalo del Mensalão, que descabezó a su equipo de gobierno, para ser reelegido en el 2006. El mismo pragmatismo que lo ayudó, alejado de las políticas económicas del indiscutible líder de la región partidario del modelo cubano, Hugo Chávez, y del poderoso carisma de los hermanos Castro, a nadar en medio de la corriente bolivariana, en la que acabaron atrapados los Morales, Correa y otros presidentes del ALBA, sin ser engullido por ella; que lo llevó a inventar, cuando los movimientos progresistas ascendían en Latinoamérica, un camino, la izquierda altermundista, que tanta influencia ejerció en todo el mundo desde el Foro Social de Porto Alegre, organizado por el PT.
Evitando el enfrentamiento con Caracas mientras estrechaba relaciones con Bush y Sarkozy o recibía el Príncipe de Asturias, convirtió a Brasil en la potencia regional del continente y eclipsó a Argentina. La entrada en el G20 y las Olimpiadas son el reconocimiento de Occidente a su modelo de izquierda que ahora lo ha distanciado de Dilma, por la política de recortes de su delfina.