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En dos semanas, Reino Unido ha visto la fuga de cuatro de los principales artífices de la salida de la Unión Europea
10 jul 2016 . Actualizado a las 05:00 h.«Pensé que tenían un plan». La frase del presidente de la Comisión Europea, Jean-Claude Juncker pronunciada esta semana frente a los diputados del Parlamento Europeo refleja la perplejidad que han vivido una buena parte de los ciudadanos de la Unión, incluídos los británicos, ante la estampida de líderes antieuropeístas después del descalabro que ha supuesto el brexit. Por lo visto, el plan era embarcar en una incierta aventura a sus paisanos y al resto de la UE para bajarse luego del barco al más puro estilo del capitán Araña.
El cataclismo del brexit ha despeñado ya a cuatro de los líderes británicos más significados, si bien es cierto que no todos de la misma forma. El primero fue David Cameron, el primer ministro y principal responsable de la mayor crisis a la que se ha enfrentado la Unión Europea. Cameron prometió un referendo para calmar al sector más euroescéptico de su partido, el Conservador. Negoció con Bruselas unas condiciones para defender el remain, pero no fue capaz de convencer al electorado. La consecuencia fue su dimisión.
Todo parecía listo para que tomara el relevo Boris Johnson, el polémico ex alcalde de Londres, amiguete de viejas y tóxicas aventuras universitarias de Cameron y genuina representación del euroescepticismo británico. Pero a Boris le dieron un poco de su propia medicina. Si el rubio y desaliñado político había apuñalado sin piedad a Cameron dejándolo solo en la defensa del remain, fue su apoyo en la campaña eurófoba, el exministro de Justicia Michael Gove, quien le devolvió el navajazo a Boris anunciando su candidatura a optar por el liderazgo de los conservadores y provocando que Johnson presentara ese mismo día su renuncia a competir por el puesto.
La carnicería política, digna de un episodio de Juego de Tronos donde no queda títere con cabeza, continuó al día siguiente con la sorprendente dimisión de Nigel Farage, el líder del Ukip y la voz más rechinante contra la permanencia del Reino Unido en la Unión. Farage, eurodiputado, por cierto, convocó una rueda de prensa para decir: «Mi objetivo de estar en política era sacar a Reino Unido de la Unión Europea. Siento que he hecho mi parte y que no hay nada más que pueda lograr». Y se fue ante el pasmo de Europa.
El último émulo del capitán Araña en caerse del barco ha sido el propio Michael Gove que, si en algún momento vio el lío provocado por el brexit como una oportunidad para encaramarse a lo más alto del Partido Conservador, la realidad lo devolvió a sus sitio. Las primarias dinamitaron las pretensiones de Gove en primera ronda y han dejado el futuro del país en manos de dos mujeres que se disputarán el liderazgo torie.
Así las cosas, dos semanas después del sorprendente resultado, el terremoto político ha dejado al Reino Unido sin un liderazgo claro y, como subrayaba Juncker, sin un plan para afrontar el cataclismo. Los conservadores se van a ventilar su liderazgo entre dos mujeres desconocidas y el laborismo no parece que vaya a salir mucho mejor parado. Los cuatro mosqueteros del brexit (tres por devoción, uno por irreflexión), ya están criando malvas (políticas). Mientras, Europa y el Reino Unido se preguntan cómo saldrán de semejante embrollo. El capitán Araña debe de estar orgulloso. Nunca tuvo tantos imitadores, tan tenaces y en tan poco tiempo.