El Supremo da luz verde al referendo sobre la reforma constitucional de Matteo Renzi

María Signo ROMA / CORRESPONSAL

INTERNACIONAL

ETTORE FERRARI | EFE

El Gobierno dispone de 60 días para fijar la fecha de la consulta popular

09 ago 2016 . Actualizado a las 05:00 h.

El último paso para que la reforma constitucional italiana impulsada por el primer ministro Matteo Renzi pueda ser una realidad lo dio ayer el Tribunal Supremo con la aprobación de la celebración del referendo necesario para hacerla efectiva. Ahora el Gobierno dispone de 60 días para fijar la fecha de la consulta popular que debe tener lugar entre octubre y noviembre, aunque ya se barajan las fechas del 13 o del 20 de noviembre.

La luz verde del Supremo era obligatorio al no obtener la reforma los dos tercios de votos en la Cámara de Diputados. Así el Comité del Sí tuvo que presentar un mínimo de medio millón de firmas para poder convocar la consulta. La ministra para las Reformas, María Elena Boschi, mostraba ayer tu satisfacción a través de las redes sociales: «Ahora la palabra la tienen los ciudadanos» escribió en Twitter. Desde Río de Janeiro, Renzi reaccionó diciendo: «Este es el referendo de los italianos».

Una alegría que oculta la difícil situación política en la que se encuentra el primer ministro, ya que además de la oposición no todos dentro del Partido Democrático están de acuerdo con esta reforma que acaba con el «bicameralismo perfecto» italiano -responsable de la ingobernabilidad de país-, al vaciar de contenidos y funciones al Senado, que pasará a ser una cámara de representación regional y local.

Cuando Renzi asumió el Gobierno anunció que esta sería la reforma más importante de su legislación y si no conseguía llevarla adelante, dimitiría, promesa que la oposición no deja de recordarle y que puede convertir el referendo en un plebiscito de un Gobierno que no fue elegido en las urnas ya que sucedió al de Enrico Letta. En las últimas encuestas de opinión, la victoria del sí a la reforma de la Constitución no parece tener tantos adeptos entre los ciudadanos como se pensaba y el riesgo de perder la consulta es un fantasma que empieza a rondar a Renzi.