Teherán permite por primera vez que los aviones de Moscú usen sus bases para atacar a los rebeldes
17 ago 2016 . Actualizado a las 05:00 h.La cooperación entre los dos principales aliados del presidente Bachar al Asad se estrecha. Por primera vez, Rusia utilizó la base aérea iraní de Hamadán para desplegar sus bombardeos Tu-22M3 y Su-34 contra posiciones del Estado Islámico (EI) y de las fuerzas opositoras y salafistas en Siria. Moscú amplía así su campaña aérea y refuerza su papel en los conflictos de Oriente Medio. EE.UU. fue informado antes del inicio del bombardeo.
Teherán y Moscú son el principal apoyo financiero y de combatientes de Damasco, pero es la primera vez que Rusia hace uso de un tercer país para atacar en Siria -hasta ahora sus aparatos salían de la base aérea siria de Latakia-, del mismo modo que Irán no había permitido a ninguna fuerza extranjera utilizar su territorio para operaciones militares desde 1979. En el 2015, Moscú se había limitado a pedir permiso a Irán y a Irak para lanzar misiles de crucero desde el mar Caspio atravesando el espacio aéreo de estos países.
La colaboración irano-rusa aumentó después de que Moscú suministrara a Teherán los sistemas de defensa aérea S-300, que permitió el fin de las sanciones tras el acuerdo nuclear. La reunión entre Vladimir Putin y su homólogo iraní, Hasán Rohaní, la semana pasada en Azerbaiyán estableció este nuevo marco estratégico para luchar contra los yihadistas, que para Moscú incluye tanto el Estado Islámico como a grupos de corte salafista mezclados con la insurgencia.
Así los ataques aéreos rusos no se concentraron en las zonas controladas por los hombres del califato. Según el ministro de Defensa ruso, Serguéi Shoigú, también se combate a la antigua filial de Al Qaida, Jabhat Fatah al Sham, que actualmente lidera la contraofensiva rebelde en Alepo contra las fuerzas leales de Damasco. Además, se han realizado operaciones aéreas en Idlib, otro feudo opositor. Los proyectiles impactaron sobre Al Bab, ciudad al noroeste de la provincia de Alepo controlada por los extremistas del EI. En datos del Kremlin, cinco grandes depósitos de armas, municiones y combustible, así como contra campos de entrenamiento fueron destruidos, además tres puestos de mando de los rebeldes cerca de las ciudades de Jafra y Deir al Zour.
Armas incendiarias
Zakaria Malahifi, del grupo rebelde Fastaqim, confirmó a Reuters el incremento de los ataques ruso y sirio sobre el este de Alepo. La oenegé Human Rights Watch (HRW) ha acusado a Damasco y Moscú de utilizar armas incendiarias en al menos 18 ocasiones desde junio. «Los ataques vergonzosos reflejan la falta incalificable de respeto al derecho internacional, que limita el empleo», criticó el director de la división Armas de HRW, Stephen Goose. Solo ayer murieron 19 civiles, entre ellos tres niños, por una serie de intensos bombardeos contra dos barrios rebeldes, informó el Observatorio Sirio de Derechos Humanos (OSDH).
Al tiempo que se refuerza la alianza ruso-iraní, el Kremlin aseguró que está cerca de unir fuerzas con EE.UU. en al batalla que se libra en Alepo, pero ningún funcionario estadounidense confirmó el anuncio.
Human Rights Watch exige a Jordania que facilite el acceso a la educación de los refugiados sirios
Jordania se convirtió en los últimos años en un país de refugio para 600.000 refugiados sirios, a los que ha dedicado un cuarto de su presupuesto. Pese a sus esfuerzos para garantizar condiciones de vida óptimas a los que huyen de la guerra, los niños son los primeros en sufrir los limitados recursos.
Ante la proximidad del inicio del curso escolar, Human Rights Watch (HRW) pidió al Gobierno de Amán, a través de su informe «Tememos por su futuro: barreras a la educación de los niños refugiados sirios en Jordania», modificar su política de acceso a la educación a los niños sirios.
Varias condiciones ponen trabas a su educación en Jordania: la incapacidad de registrarse como demandante de asilo por no cumplir con los requisitos, las sanciones impuestas a los adultos por trabajar sin permiso, cuyas consecuencias directas son la pobreza, el trabajo infantil y el abandono escolar, y la prohibición de inscribirse al colegio para los niños que no fueron a clase en los tres últimos años.
La organización de derechos humanos subrayó los esfuerzos de Jordania -en el 2011 varias escuelas abrieron sus puertas en campos de refugiados- pero insistió en que la situación de miles de menores es todavía muy precaria. Más de un tercio de refugiados en edad de ir al colegio, unos 80.000 registrados por las Naciones Unidas, no fueron escolarizados el pasado curso.
Un plan financiado por donantes sería una posible solución para la organización ya que permitiría a cerca de 75.000 niños más ir al colegio el próximo curso.