La cúpula republicana actúa en la sombra para centrar los esfuerzos en conservar la mayoría en el Congreso y el Senado
21 ago 2016 . Actualizado a las 05:00 h.Casi 13 millones de latinos acudirán a las urnas el próximo 8 de noviembre en Estados Unidos y no es ningún secreto decir que buena parte de esta comunidad no quiere una presidencia de Donald Trump. El constante desprecio que el magnate ha manifestado a través de sus propuestas y sus políticas antiinmigrante han colocado a Trump en una situación de impopularidad, jamás registrada en el Partido Republicano. Es tal su descalabro, que un estudio de la firma Latino Decisions aseguró que el 87 % de los latinos tienen una opinión muy desfavorable del multimillonario. En comparación con su rival Hillary Clinton, las distancias entre ambos son tan grandes que un reciente sondeo de la cadena Fox, colocó a la demócrata con un 66 % de apoyo entre los electores hispanos, frente a un 20 % del republicano.
Bajo este escenario, el nuevo equipo de Trump sabe que el tiempo apremia y que ahora toca construir puentes para intentar cambiar en 80 días, lo que el magnate lleva haciendo durante más de un año. El reto es grande pero en la campaña no creen que sea imposible.
Para ello contarán con la ayuda de un recién creado Consejo Nacional Hispano de Asesoramiento. Un grupo de 23 líderes empresariales, civiles y religiosos, con los que Trump busca relanzar su debilitada posición y con los que ayer se reunía el magnate, en Nueva York. «Su participación es solo uno de los componentes de nuestro esfuerzo expansivo para comprometernos con la comunidad hispana», aseguró Reince Priebus, presidente del Comité Nacional Republicano.
Este movimiento se enmarca dentro de la misma táctica que ha llevado al candidato republicano a volver a pedir el voto afroamericano: «¿Qué pueden perder?», preguntó Trump a la comunidad negra en un mitin en Dimondale, Míchigan.
Sus palabras llegaron horas después de que el neoyorquino visitase a las víctimas de las inundaciones de Luisiana, el peor desastre natural en EE.UU. después del huracán Sandy. Desde allí, Trump aprovechó para cargar contra el presidente Barack Obama por esperar hasta el próximo martes para acudir al lugar de la tragedia.
Los republicanos no se fían
A pesar del cambio de estrategia registrado en los últimos días, el ala conservadora del partid sigue sin fiarse de las posibilidades del magnate. Tienen tan poca fe en él, que ya preparan un plan de emergencia para distanciarse de Trump y centrar todos sus esfuerzos en conservar la mayoría republicana en el Senado y en el Congreso. Según la web Politico, la ofensiva republicana todavía no ha comenzado pero las deliberaciones al más alto nivel ya se estarían realizando. «Si no somos capaces de proteger nuestra mayoría en el Congreso, estaremos entregando un cheque en blanco a Hillary Clinton», auguró Paul Ryan, presidente de la Cámara de Representantes.
La misma web asegura que algunos republicanos como Mitt Romney, ya actúan barajando un escenario de Hillary Clinton como inquilina de la Casa Blanca.
Mientras tanto, la demócrata sigue sin enterrar la desconfianza generada tras su polémica por utilizar un correo privado para tratar información confidencial, mientras era secretaria de Estado. En las últimas horas, un juez federal ha rechazado una petición que obligaría a Clinton a volver a ser interrogada. En su lugar, la demócrata tendrá que responder por escrito a las preguntas del demandante, el grupo conservador Judicial Watch, pero en ningún caso se le exigirá prestar declaración bajo juramento.
El juez ordena a Clinton que responda por escrito sobre el caso de los correos