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Los permanentes pulsos del aspirante a la Casa Blanca a la cúpula del partido se han convertido en un problema que ha adquirido grandes dimensiones
22 ago 2016 . Actualizado a las 05:00 h.A 77 días de las elecciones en Estados Unidos, la incertidumbre y el desorden siguen acaparando la campaña de Donald Trump. Un equipo que en muchas ocasiones se ha sentido frustrado ante la incapacidad de autocontrol de su candidato, quien sigue recogiendo lo que ha sembrado, en el peor de los sentidos. Sus permanentes pulsos a la cúpula del partido se han convertido en un problema que ha adquirido grandes dimensiones. Tanto que hasta los estados tradicionalmente republicanos estarían comenzando a mirar hacia otro lado para no votar al magnate. Esto es al menos lo que refleja una encuesta del diario Atlanta Journal-Constitution que indica que el estado de Georgia (habitualmente republicano) podría inclinarse por su rival Hillary Clinton. Los análisis son tan rotundos que pintan un panorama muy favorable para la candidata demócrata.
Contradicciones
Mientras Trump reestructuraba su equipo, los asesores de Clinton analizaban con esperanza las últimas encuestas, según las cuales su candidata podría conseguir los 270 votos electorales necesarios para llegar a la Casa Blanca. Y es que lejos de complicarle el camino a la exsecretaria de Estado, Trump se lo está facilitando con sus constantes contradicciones.
El último favor se lo hacía el pasado sábado, después de que el magnate se reuniese en Nueva York con 23 líderes hispanos y se comprometiese a estudiar un plan para que los once millones de indocumentados en EE.UU, no sean deportados. «A mí me gustó mucho que Trump reconociera que hay un gran problema con los once millones de personas que están aquí y que deportarlos no es posible ni es humano», aseguró Jacobo Monty, abogado presente en la reunión, a Univisión.
Sin embargo, parece que otra vez las palabras del magnate se las llevará el viento, porque a las pocas horas de suavizar el tono en privado, en público retomaba su retórica más agresiva. «Vamos a construir el muro, no se preocupen; y México va a pagar por él», prometía en Virginia ante miles de personas enfervorecidas.
En la agenda política ya está marcada en rojo la fecha del próximo jueves. Será cuando Trump por fin presente la reforma migratoria que tantas ampollas ha levantado, incluso en su propio partido, en el que algunos intentan cerrar heridas. «Esta semana Trump ha sido disciplinado y maduro. Yo creo que va a conseguir volver a arrancar de nuevo», decía Reince Priebus, presidente del comité republicano, que hablaba del 5 de septiembre como el día en el que el magnate alcanzará a Hillary Clinton en las encuestas.