
El magnate cambia de línea y acusa a Hillary Clinton de orquestar la campaña de desacreditaciones contra el presidente
17 sep 2016 . Actualizado a las 05:00 h.«Barack Obama nació en Estados Unidos. Punto», dijo con tono benevolente un Donald Trump que aprovechaba la ocasión para promocionar su nuevo hotel en la capital del país. Fueron cuarenta segundos de una surrealista comparecencia, la más corta protagonizada por el magnate, pero sin embargo una de las más incendiarias. Siete palabras con las que se erigió como una especie de juez que concedía la ciudadanía al presidente de Estados Unidos y primer mandatario negro de la historia del país.
Así, Trump se enorgullecía por ser él el que ponía punto final a una polémica que había alimentado el pasado jueves al negarse a reconocer que Obama había nacido en EE. UU. durante una entrevista en The Washington Post. Es más, la controversia fue orquestada en 2011 desde sus propias filas: «Una fuente muy fiable ha llamado a mi oficina y me ha dicho que el certificado de nacimiento de Obama es un fraude», dijo entonces tratando de demostrar que el presidente había nacido en Kenia y no en Hawai.
Aun así, ayer el magnate mentía con descaro culpando de la polémica a su rival demócrata: «Hillary Clinton, en su campaña de 2008, inició la controversia y yo le he puesto punto y final», presumía ante el asombro de los periodistas presentes. Nada más lejos de la realidad. Según PolitiFact (portal que corrobora las afirmaciones los políticos), en aquel momento, las dudas sobre la nacionalidad de Obama no fueron alimentadas por Clinton, sino por algunos de sus simpatizantes en las primarias del 2008, cuando ambos se disputaban la candidatura demócrata.
«Intolerable mentira»
«Después de cinco años apoyando teorías de la conspiración racistas, lo que Trump ha hecho hoy es vergonzoso. Su espectáculo es repugnante», sentenciaban furiosos los demócratas. Horas antes, había sido el propio presidente Obama, quien visiblemente molesto pedía tratar temas «más serios» en campaña: «En realidad no me sorprende. Él es así», lamentaba el presidente.
Mucho más beligerante se mostraba la propia Hillary Clinton quien desde primera hora de la mañana, exigía las disculpas de Donald Trump: «Es una intolerable mentira», denunciaba la exsecretaria de Estado durante un acto de campaña en Washington. No muy lejos, los líderes afroamericanos del Congreso de EE.UU. alzaban su voz y en bloque cargaban contra el candidato republicano: «Trump es un fraude asqueroso», decía el legislador de Carolina del Norte, G.K Butterfield. «Es un racista y un mentiroso», añadía la legisladora de California, Barbara Lee.
Horas más tarde y con su característica fuerza, Michelle Obama entró en batalla: «Necesitamos a alguien que se vaya a tomar este trabajo en serio», demandó la primera dama tras pedir el voto por Hillary Clinton y criticar a todos aquellos que dudaron del lugar de nacimiento de su marido. «Ser presidente no es como un reality show de televisión”, añadía Michelle Obama aludiendo a la aparición del neoyorquino el día anterior en el programa de Jimmy Fallon. Y es que la entrevista entre el cómico y Trump ha sido muy criticada en los medios, por una supuesta postura «complaciente» de Fallon, hacia el republicano.
Tras lo ocurrido en las últimas horas y en un día «delirante» para algunos, los medios se han vuelto a plantear su papel en campaña: «Es tiempo de dejar de jugar para Trump», exigía.