Francisco Santos, un periodista que fue secuestrado por Pablo Escobar y llegó a vicepresidente

f. e. REDACCIÓN / LA VOZ

INTERNACIONAL

Leonardo Muñoz | EFE

Perfil del el hombre fuerte del uribismo, que se erige como uno de los grandes protagonistas de la etapa que se abre ahora en el país para intentar sellar el desarme definitivo de las FARC

05 oct 2016 . Actualizado a las 05:00 h.

Su foto elevando las manos al cielo para dar gracias por la victoria del no es una de las imágenes icónicas del referendo sobre el acuerdo de paz en Colombia. Pero Francisco Santos, el hombre fuerte del uribismo, será uno de los grandes protagonistas de la etapa que se abre ahora en el país para intentar sellar el desarme definitivo de las FARC y la estabilización de la paz. 

Santos (Bogotá, 1961) es hijo de una de las oligarquías más conocidas de Colombia. La misma a la que pertenece el presidente, Juan Manuel Santos, con el que tiene vínculos familiares -son primos carnales-, aunque se sitúe ahora en el bando contrario políticamente hablando.

Casado, padre de cuatro hijos y periodista de profesión, empezó su carrera en el diario El Tiempo, la cabecera de la familia. Allí destacó por su combatividad contra el narcotráfico, lo que provocó que fuera secuestrado por el mismísimo Pablo Escobar, el gran capo de la coca, en 1991, que pretendió utilizarlo como moneda de cambio en una negociación con el Gobierno en la que pretendía que se frenara la extradición de narcotraficantes a Estados Unidos. Permaneció ocho meses en cautividad y descubrió el drama de miles de compatriotas sometidos a privaciones de libertad. Para ellos creó una fundación que recogió un millón de firmas para modificar la ley antisecuestros.

Ese activismo lo catapultó a la política, donde fue vicepresidente de Álvaro Uribe entre 2002 y 2010. Y le granjeó el odio de las FARC, que intentaron matarlo, según un plan que desbarataron la CIA y la inteligencia colombiana en el 2013. Sus críticos le reprochan los vínculos que mantuvo en el pasado con destacados dirigentes de grupos paramilitares y un elevado grado de cercanía con Estados Unidos. También se le reprocha el acoso con manifestaciones diversas a las políticas de Juan Manuel Santos.

Ahora, será uno de los hombres fuertes de la mesa de negociación que debe resucitar el acuerdo de paz descartado tras el referendo del pasado domingo. Y, quizá, convertirse en el aspirante del uribismo a presidir el país a partir del 2018.