La líder del Frente Nacional tiene menos opciones de ganar las presidenciales galas
13 nov 2016 . Actualizado a las 05:00 h.Inmersos en plena ola de catastrofismo, expertos y medios de todo el mundo no han dudado en predecir el éxito de los populistas del Frente Nacional (FN) en las elecciones de mayo del 2017 en Francia, emulando la gesta de Trump del martes. Hay quien cree que la líder del partido, Marine Le Pen, tiene el rostro del millonario cuando se ve reflejada en el espejo. Pero ¿cuán parecidos son y qué posibilidades hay de que la francesa se convierta en la próxima presidenta de la República?
Al segundo interrogante pocos se atreven a contestar después de los nefastos pronósticos elaborados en vísperas de las elecciones norteamericanas. Sí lo hizo el candidato galo del partido animalista, Michel Fize. El sociólogo cree que «todavía es poco probable, pero no del todo imposible» que Le Pen acceda al Elíseo. Por supuesto que el robustecimiento del FN preocupa a todos los partidos del sistema galo, pero creen que es matemáticamente imposible el campanazo en la segunda vuelta. ¿Por qué? Principalmente porque la sociología del electorado es diferente y el funcionamiento de un sistema político más balcanizado dificulta la concentración del voto en una sola fuerza.
Le Pen y el FN tienen un origen antisistema. Carecen de experiencia en el gobierno de las administraciones públicas, al contrario que el partido de Trump, un personaje respaldado por los caladeros de votos inmóviles de la derecha republicana. No es el caso del partido francés, que ha tenido que arrebatar apoyos tanto a la extrema derecha como a la extrema izquierda. ¿De dónde bebe Le Pen? Los votos que la han situado en cabeza en los sondeos proceden de las zonas desindustrializadas y deprimidas del norte y este del país, así como del voto conservador y nacionalista del sureste al que ahora se suma la clase media y funcionarial que ha visto cómo los partidos del sistema (socialistas y conservadores) han ido desmantelando la base de su sagrado modelo social. Le Pen promete devolver a Francia el «Estado de bienestar», una maniobra opuesta a la de Trump, quien prometió destruir la reforma de Obama que garantiza mayor cobertura sanitaria pública.
¿Cómo logra superar las reticencias de los indecisos galos? La nacionalista, al contrario que Trump, ha tenido que confinar al ala ultracatólica y conservadora del partido, dejando de lado cuestiones como el matrimonio homosexual y el aborto en favor de otras más transversales como la inmigración y la lucha contra las «élites». También tuvo que sacudir y esconder bajo la alfombra el polvo fascista que acumulaba el partido desde que su padre lo dirigía. Su discurso transcurrió de forma opuesta al de Trump. Mientras este daba rienda suelta al subconsciente a sabiendas de que no perdería votos ni «disparando a gente en la Quinta Avenida», la francesa trata de esconder la saña para afianzar una base sólida de votantes muy diferentes entre sí. ¿Conseguirá la victoria? Aunque no tendrá problemas para pasar a la segunda vuelta, todo indica que su techo del 25-27 % de los votos (Trump consiguió el 42 %) y el cordón sanitario que le han impuesto el resto de partidos le impedirán abrir la botella de champán. Podría repetirse el escenario de las regionales, en las que el resto de fuerzas se conjuraron para vetar a los candidatos lepenistas.
Johnson planta a los socios europeos en la «reunión del pánico» de hoy
La victoria de Trump no ha hecho más que abrir costuras en el frágil tejido de la UE, cuyos 28 ministros de Exteriores se reúnen hoy en Bruselas con la jefa de la diplomacia comunitaria, Federica Mogherini, para debatir a puerta cerrada el futuro de las relaciones con el vecino trasatlántico. El Gobierno británico no ha desaprovechado el momento para acercar posiciones con el futuro presidente de EE.UU. ¿De qué manera? Dando plantón a sus socios europeos en la bautizada como «reunión del pánico». El ministro de Exteriores británico, Boris Johnson, trata de desmarcarse de la apatía y el luto de sus homólogos de la UE para mandar una señal de complicidad al otro lado del Atlántico. No en vano, Reino Unido dará inicio al proceso de salida de la Unión la próxima primavera. Necesitará aliados para las negociaciones. «No vemos la necesidad de celebrar un encuentro adicional porque el calendario de la elección en EE.UU. se estableció hace mucho tiempo».