Trump recula sobre sus promesas, como derogar la reforma sanitaria
INTERNACIONAL
Tampoco está en sus planes investigar a Hillary Clinton por el caso de los correos
13 nov 2016 . Actualizado a las 11:15 h.«Derogar y reemplazar», ese ha sido el objetivo de los republicanos desde que la reforma sanitaria de Barack Obama, el Obamacare, entró en vigor en el 2013.
Su derogación y la construcción del muro entre México y EE.UU. han sido las promesas estrella de Donald Trump, las más aplaudidas en sus mítines. Tan solo 72 horas después de su victoria y en su primera entrevista, el multimillonario anunció que la primera quizás no la cumpla.
Como desveló a The Wall Street Journal, Obama le pidió que considerase mantener en vigor la regla que prohíbe a las aseguradoras negar la cobertura a una persona con alguna enfermedad preexistente, así como la cláusula que permite a los padres mantener en sus pólizas a sus hijos hasta los 26 años. «Esas partes me gustan mucho. Le dije que evaluaré sus sugerencias y por respeto, eso haré», confirmó. Lo que el neoyorquino elogia son dos pilares de la ley a la que se han acogido 20 millones de personas. El propio Paul Ryan ha reconocido que no se puede cancelar millones de contratos e interrumpir millones de tratamientos médicos. «El sistema sanitario se iría a la quiebra», reconoció. Su derogación en el Senado estaría asegurada, teniendo en cuenta que los demócratas, a pesar de no tener la mayoría, pueden recurrir a maniobras políticas para obstruir una nueva ley, prolongando indefinidamente el debate.
También se diluye su amenaza electoral de designar a un fiscal especial para investigar a Hillary Clinton sobre el uso del correo electrónico privado cuando era secretaria de Estado. «No es algo en lo que haya pensado demasiado, porque quiero resolver los temas de salud, empleo, control de fronteras y reforma fiscal», dijo, lejos de su retórica enardecida que llevó a sus seguidores a vociferar: «¡Enciérrenla!». Incluso relató que la llamada telefónica que Hillary le hizo la noche electoral: «Fue una llamada encantadora».
En tanto, Newt Gingrich, uno de las principales apoyos de Trump, arrojó un manto de duda sobre si el mandatario electo obligará a México a pagar un muro fronterizo. «Dedicará mucho tiempo a controlar la frontera. Tal vez no gaste demasiado tiempo intentando que México pague por ello, pero fue una gran estrategia de campaña», dijo, según The Washington Post.
Tres de sus hijos y un yerno, en el equipo de transición
El tiempo apremia en la Torre Trump. Hay nervios entre los primeros espadas de un equipo que tiene que conducir la transición de poder. Mientras el multimillonario, ya recibe diariamente los informes de seguridad nacional por parte de los servicios de inteligencia, sus asesores más leales trabajan a contrarreloj para designar a los 4.000 cargos en la nueva Administración.
Trump no ha dudado en que sus hijos sean parte de las figuras que piloten ese traspaso de poder y así, sus hijos Donald Jr., Eric e Ivanka Trump y el esposo de esta última, Jared Kushner (considerado por muchos el verdadero director de la exitosa campaña del republicano) conformarán el llamado Comité ejecutivo presidencial de transición. Sin embargo, su inclusión genera bastantes dudas sobre el papel que tendrán en la Casa Blanca, teniendo en cuenta que Trump dijo durante la campaña que sus hijos no irían a Washington, sino que se encargarían de administrar el imperio inmobiliario.
Otro de los grandes interrogantes es el que afecta al controvertido Corey Lewandowski, jefe de la campaña republicana hasta que Trump lo destituyó en marzo tras ser inculpado por agresiones a una periodista. En las últimas horas, Lewandowski ha dejado su puesto de colaborador en la CNN, algo que ha disparado todas las alarmas de quienes sospechan que tendrá un cargo en el nuevo Ejecutivo.
Al respecto de los cambios, y después de haber sido sustituido por Mike Pence al frente del equipo de transición, el gobernador Chris Christie aseguró sentirse «encantado de trabajar con el también gobernador de Indiana».
Farage, en Nueva York
En pleno reparto de papeles, Nigel Farage, líder indiscutible del brexit, ha hecho aparición en el cuartel general neoyorquino. «No podría estar más contento», dijo el político británico después de la victoria de Trump. Farage participó en mítines de la campaña republicana y ahora intenta postularse como la figura perfecta que haga de puente entre Washington y Europa, para disgusto de la primera ministra británica, Theresa May. Farage llevaba toda la semana en Florida, donde ha mantenido contactos con el equipo del magnate.
Las llegadas son constantes a la Torre Trump, como la del cineasta Michael Moore. Se presentó ayer pidiendo verse con el multimillonario: «Señor Trump, estoy aquí. Quiero hablar con usted», escribió en una nota.