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La UE fija precio para hablar del «brexit»: 60.000 millones

Cristina Porteiro
cristina porteiro BRUSELAS / CORRESPONSAL

INTERNACIONAL

DANIEL LEAL-OLIVAS | Afp

Los 27 condicionan el inicio de las negociaciones a que Londres acepte abonar las facturas pendientes

25 feb 2017 . Actualizado a las 05:00 h.

«Es una tragedia». No se le empañaron los ojos al presidente de la Comisión Europea, Jean Claude Juncker, cuando le tocó valorar el jueves en la Universidad de Lovaina (Bélgica) la decisión de los británicos de abandonar la UE. Sin embargo admitió que el divorcio será traumático para las dos partes. ¿Quién tiene más que perder? Es la pregunta clave que sobrevuela a ambos lados del Canal de la Mancha. Toca ser pragmáticos y mantener la cabeza fría mientras la primera ministra británica, Theresa May, se prepara para activar la palanca de salida, prevista para finales de marzo. 

Bruselas se ha anticipado al movimiento para exigir a Londres que pague las facturas pendientes con la UE y garantice los derechos de los residentes europeos en el Reino Unido antes de sentarse a la mesa a negociar futuros acuerdos comerciales. El negociador europeo, Michel Barnier, lleva meses pergeñando los términos de la estrategia para dominar el tablero. El francés quiere forzar a los británicos a devolver hasta el último céntimo en concepto de salarios de funcionariado, pensiones y fondos de programas de la UE. La cifra es colosal. El canciller austríaco, Christian Kern, confirmó esta semana que el cheque a reembolsar ascendería a los 60.000 millones de euros, una cifra con la que ya contaban los expertos y que la Comisión trató de mantener oculta. «La factura es enorme», aseguró. 

Los deseos de Bruselas suelen chocar con la realidad de los Gobiernos nacionales que suelen adoptar posturas más conservadoras. Excepto con el brexit. Según Financial Times, Berlín y Roma han desplegado sus escudos para apoyar a Barnier en sus demandas. Francia también ha manifestado su intención de forzar a los británicos a cumplir con sus obligaciones financieras. Un alineamiento singular teniendo en cuenta que las voces disonantes en la Unión han sido una constante en los últimos años. Rara vez los principales socios de la UE se ponen de acuerdo para no romper las líneas. El mensaje, por el momento, es unánime: No habrá negociaciones bilaterales ni paralelas hasta que no se cumplan los requisitos expuestos por Bruselas. 

Esto deja a May en una situación más debilitada. La británica contaba con dividir a los 27 y persuadir a la canciller Angela Merkel para sellar un divorcio lo menos lesivo posible, pero la teutona no ha cedido. La integridad y supervivencia del proyecto europeo obligará a los líderes de la UE a taponar vías y arrimar el hombro para evitar que Londres rompa sus costuras. Ya lo advirtió Juncker, quien instó al bloque a «no ser ingenuos». Los intereses de los europeos «deben estar siempre por delante». 

El temporal no arremete solo desde Bruselas. A Londres se le abre otro frente por el oeste y es que el primer ministro irlandés, Enda Kenny, exige que el acuerdo final del brexit deje por escrito la puerta abierta a la reunificación de la República de Irlanda e Irlanda del Norte. Juncker apoya la demanda y pide que las fronteras entre ambos territorios se mantengan lo más abiertas posibles: «No queremos poner en riesgo el Acuerdo de Viernes Santo», indicó en referencia al pacto entre el Gobierno británico e irlandés que puso fin al conflicto en el Úlster en 1998.