El yerno del presidente se citó con diplomáticos de Putin en su domicilio de Nueva York
04 mar 2017 . Actualizado a las 08:59 h.Las explicaciones de Jeff Sessions siguen sin convencer no solo a los demócratas, que exigieron su dimisión por mentir sobre las reuniones que mantuvo con el embajador ruso en Washington, Sergey Kislyak, sino también a quienes dentro del Partido Republicano pidieron al fiscal general que se inhibiese de la investigación sobre los lazos rusos. Y es que la sombra del Kremlin sigue provocando importantes fisuras entre la Casa Blanca y las filas republicanas, donde muchos temen que las investigaciones acaben colocando a Donald Trump al borde del precipicio. «Es inexplicable cómo tanta gente tuvo tantas reuniones con tantos rusos y todos olvidaron informar sobre ello», cargaron en NBC.
En las últimas horas, otro de los pesos pesados de la nueva Administración ha pasado a engrosar la lista de personas que se vieron con Kislyak. Se trata nada menos que de Jared Kushner, yerno y leal asesor del presidente de Estados Unidos, quien se citó con el embajador en pleno proceso de transición y en el entonces cuartel general del presidente en Nueva York, la Torre Trump.
En dicho encuentro también participó Michael Flynn, quien recientemente dimitió por sus contactos con el Kremlin. La maraña de interrogantes al respecto están siendo abordados desde al menos tres investigaciones del FBI y otras cinco en el Congreso, puestas en marcha desde que las agencias de inteligencia de Estados Unidos concluyeron que Rusia interfirió en las elecciones presidenciales.
Boente asume la investigación
Ahora, y tras el paso atrás de Sessions, su número dos, Dana Boente, ha asumido de manera temporal la dirección de dichas investigaciones, hasta que sea el fiscal Rod Rosenstein, quien sustituya de manera definitiva al exsenador de Alabama en las pesquisas rusas. Su confirmación podría llegar el próximo martes.
Los demócratas, mientras tanto, siguen poniendo el dedo en la llaga. «Con su recusación, Jeff Sessions ha admitido que algo estaba mal», dijo ayer la líder de la minoría en el Congreso, Nancy Pelosi. «Bill Clinton sufrió un impeachment por mucho menos», recordó en un intento de incrementar la presión sobre la Casa Blanca. Su estrategia obtuvo la respuesta inmediata de Donald Trump quien en un intento de desviar la atención publicó una fotografía de Vladimir Putin y el líder demócrata en el Senado, Chuck Schumer, juntos. «Deberíamos de comenzar una investigación inmediata sobre Schumer y sus lazos con Rusia y Putin ¡Hipócrita total!», se mofó el republicano en las redes sociales tras denunciar, como los rusos, «una caza de brujas».
Pence, también «hackeado»
En medio del tumulto, la polémica también ha golpeado al vicepresidente, Mike Pence, tras conocer que utilizó una cuenta de correo electrónico personal para tratar asuntos de seguridad nacional, cuando era gobernador de Indiana, una acusación similar a la sufrida por Hillary Clinton durante la campaña electoral. El diario Indianapolis Star tuvo acceso a 29 páginas de emails entre Pence y asesores de primer nivel y alertó además de que su cuenta fue víctima de ataques cibernéticos en el 2016.
Pence fue uno de los grandes críticos con Clinton por haber utilizado su correo personal para tratar información clasificada mientras era secretaria de Estado. Este escándalo lastró su candidatura y provocó un fuerte escrutinio por parte del FBI que llevó al Buró a investigar correos relacionados con la demócrata a tan solo 11 días de las elecciones presidenciales.
Rex Tillerson e Ivanka se enfrentan a Bannon para salvar el Acuerdo de París
La Casa Blanca está fuertemente dividida por la promesa de campaña de Donald Trump de cancelar el Acuerdo de París, que obliga a sus 194 naciones firmantes a comprometerse para frenar el calentamiento global. Así, el influyente asesor de Trump Steve Bannon estaría presionando al presidente para que retire oficialmente a Estados Unidos del acuerdo, lo que choca frontalmente con el secretario de Estado, Rex Tillerson y la hija predilecta del neoyorquino, Ivanka Trump. Ambos temen que la salida tenga ramificaciones diplomáticas perjudiciales que socaven la credibilidad de EE.UU. en política exterior y dañe las relaciones con los aliados.
Por ello, tanto Tillerson como Trump estarían tratando de sacar esta idea de la cabeza al presidente. «Muchos defensores del Acuerdo de París ven a Ivanka como un aliado», explica The New York Times. Y es que hay que recordar que durante la transición el activista y exvicepresidente Al Gore, además del actor Leonardo DiCaprio, se reunieron con ella para intentar salvar el acuerdo. «El presidente Trump no debería de cambiar de opinión en cuanto al cambio climático. No importa lo que diga Ivanka», publicó Breitbart, antiguo medio en el que Bannon como director escribió infinidad de artículos contra «el engaño» del calentamiento global.
Las batallas en la Casa Blanca también se siguen produciendo en el terreno de los nombramientos. El último en sufrir el revés de la nueva administración ha sido el jefe del Pentágono, James Mattis, quien sigue viendo impotente cómo bloquean sus propuestas para el cargo de subsecretario de Defensa. La última ha sido la de la exembajadora de Egipto Anne Patterson, descartada por ser demasiado cercana al régimen de Mohammed Morsi.
El diplomático más peligroso de Washington, en el ojo del huracán
Cuando Donald Trump pronunció su primer discurso sobre política exterior en abril de 2016, estaba presente un invitado muy especial: Sergey Kislyak, embajador de Rusia en Washington. Fue uno de sus primeros contactos con el entorno del entonces candidato. Hoy, el enviado de Vladimir Putin está en el centro de un escándalo que ya le ha costado el cargo a un asesor de Trump y ha puesto en la silla caliente al fiscal general de Estados Unidos.
A sus 66 años, Kislyak rara vez habla con reporteros pero ahora ya no puede evitar los focos. Muchos hablan de él como el diplomático más peligroso de Washington, al que la CNN señala como reclutador de espías, algo que Rusia negó ayer.
Ingeniero físico de formación, toda su carrera ha girado en torno a la vida diplomática. Durante la última década de la Guerra Fría trabajó para el Gobierno ruso ante Naciones Unidas. Después regresó a Moscú para servir en el Ministerio de Exteriores y, tras un período como embajador ruso en Bélgica y en la OTAN como representante, Kislyak fue nombrado embajador en Washington, cargo que ejerce desde julio del 2008.