El eje franco-alemán se tambalea en un aspecto decisivo: la política fiscal
12 oct 2017 . Actualizado a las 05:00 h.Muchos son los temas pendientes y poco el tiempo que queda para la próxima cumbre de jefes de Estado y de Gobierno de la UE, el 19 y el 20 de octubre en Bruselas. Consciente de ello, Donald Tusk ha empezado a visitar a los socios con el fin de recopilar ideas sobre el futuro diseño del continente. El presidente del Consejo Europeo se reunió ayer por la mañana con Emmanuel Macron, y por la tarde con Angela Merkel.
Encuentros que se perfilan más necesarios que nunca dadas las estancadas negociaciones del brexit y la escalada de la tensión con Turquía, dos asuntos en los que las dos grandes potencias europeas mantienen una línea común. El presidente francés y la canciller alemana también están de acuerdo en que hay que avanzar en medio ambiente y digitalización, así como en la forma de afrontar la crisis de refugiados y la lucha contra el terrorismo. De hecho, junto a los líderes de Austria, Dinamarca, Suecia y Noruega han pedido que Bruselas prolongue los controles fronterizos y están presionando para que se restablezca el Tratado de Dublín, según el cual los inmigrantes solo pueden solicitar asilo en el primer país por el que entraron al continente.
Sin embargo, el eje franco-alemán se tambalea en un aspecto decisivo: la política fiscal. Así lo reflejó el documento que presentó el lunes Wolfgang Schäuble en el que fue su último Ecofin. Un regalo de despedida en el que deja claro que Berlín se opone a los planes de París y Bruselas para una mayor integración de la UE de la mano de eurobonos, además de un presupuesto y un ministro de Finanzas conjuntos.
En la cumbre que tuvo lugar a finales de septiembre en Tallin, el presidente de la Comisión, Jean-Claude Juncker, no dudó a la hora de hacerle ver a Merkel que las instituciones comunitarias cuentan con ella. Pero, tras las elecciones alemanas del 24 de septiembre, ella tiene en casa otros problemas. El primero y principal es formar nuevo Gobierno junto a verdes y liberales. Estos últimos, al igual que muchos de sus correligionarios de la CDU/CSU, rechazan de pleno la mutualización de la deuda con la que Macron sueña.