Se resiste a despejar quien será el candidato del centro porque no pierde la esperanza de que se anule su inhabilitación
20 ene 2018 . Actualizado a las 08:38 h.Se le empieza a comparar con un Ave Fénix porque siempre renace de sus cenizas. A sus 81 años, Silvio Berlusconi no solo no está enterrado sino que vuelve a protagonizar la política italiana cuando faltan menos de dos meses para las elecciones generales del 4 de marzo. Su inhabilitación para ejercer cargos públicos hasta el 2019 tras haber sido condenado por fraude fiscal no impide que sea él quien esté llevando las riendas de la coalición de centro derecha formada por Forza Italia, Liga Norte y Hermanos de Italia, a la que las encuestas auguran casi el 40% de los votos.
Como un viejo tahúr, tras haber firmado el programa común, Berlusconi juega ahora con el nombre de quien será el candidato a primer ministro de la coalición sin perder del todo la esperanza de que en el poco tiempo que queda para las elecciones, el tribunal de Estrasburgo, al que ha apelado en última instancia, se incline a su favor. «Tengo el nombre de una persona muy seria que sabrá resolver los contrastes que surgirán», explicó el ex Cavaliere en una entrevista televisiva en la que dejó claro que, en caso de no ser él el próximo jefe de gobierno, tampoco lo será el líder de la Liga Norte, Matteo Salvini, a quien Berlusconi prefiere situar al frente del ministerio del Interior, en lo que parece un mensaje para capitalizar el malestar que genera la inmigración en el país.
Dos los nombres que más suenan como candidatos tapados: el del presidente del Parlamento Europeo, Antonio Tajani, y el del presidente de la región de Liguria, Giovanni Toti. Sin embargo, mientras Italia espera, la presencia de Berlusconi en televisión se ha convertido en una constante. Es su medio natural, un ambiente en el que sabe moverse a su antojo y en el que se siente seguro porque lo domina, no solo como propietario del grupo televisivo Mediaset. De una tertulia a un programa de debate, su imagen se ha hecho omnipresente desde que empezó la campaña electoral, siempre acompañado de sus inseparables folios en una mano y haciendo toda clase de promesas.
El domingo pasado, por ejemplo, apareció en el programa de variedades de la tarde en su Canal 5 consiguiendo desbancar la audiencia del eterno rival de la Rai. Su intervención, en la que la presentadora Barbara D’Urso hizo de mera comparsa, fue un largo discurso electoralista en el que no faltaron promesas como una notable bajada de impuestos del 23 % y el aumento de las pensiones mínimas a 1.000 euros, incluida una pensión para las madres que nunca han cotizado.
Los dardos envenenados esta vez no fueron para el centro izquierda de Matteo Renzi, al que no considera su rival, sino contra el Movimiento 5 Estrellas, al que las encuestas perfilan como partido más votado. «Es casi una secta que recibe órdenes de un viejo cómico y del hijo de un desconocido socio difunto», dijo mientras aseguraba que «llevarán a Italia al desastre» porque «son más peligrosos que los poscomunistas de 1994, cuando empecé en la política».
Atrás quedan los duros ataques a la magistratura que tantas veces protagonizaron sus anteriores campañas electorales. Ahora intenta ofrecer una imagen de «abuelo moderado», el único capaz de frenar el populismo de los de Beppe Grillo aunque en sus filas cuente con el anti europeísta Matteo Salvini, al que ya ha dejado claro que Italia no saldrá del euro como este prometió en diversas ocasiones.