Las dos Coreas, listas para proseguir el deshielo en una cumbre en Piongyang
INTERNACIONAL
La hermana de Kim anunció la invitación al líder surcoreano durante su histórica cita
10 feb 2018 . Actualizado a las 22:41 h.La historia de las relaciones entre las dos Coreas vivió un nuevo giro radical ayer con una invitación por parte de Corea del Norte que hizo aún más trascendental un encuentro de alto nivel que ya de por sí era histórico. Por primera vez un miembro de la dinastía norcoreana visitaba Corea del Sur y lo hacía para transmitir un mensaje directo y conciliador de Kim Jong-un. La hermana del dictador trasladó personalmente la invitación al presidente surcoreano para visitar Piongyang dando un significativo revés a la desconfianza de Estados Unidos en esta etapa de distensión.
Durante un almuerzo que duró tres horas, Kim Yo-jong, la pequeña de los Kim, no solo extendió el ofrecimiento de celebrar una cumbre en Piongyang, sino que también le entregó a Moon Jae-in una carta manuscrita por el propio Kim Jong-un. El líder norcoreano expresaba su deseo de «mejorar las relaciones» entre dos territorios que técnicamente está en guerra desde 1953 y que durante décadas han combinado picos de alta tensión con etapas de relativa calma como esta.
La respuesta del presidente surcoreano apeló a la calma sin confirmar si aceptaba o no esa invitación del régimen norcoreano. «Hagamos que suceda creando las condiciones necesarias en el futuro», dijo Moon durante el encuentro y también pidió a Piongyang que reanude «el diálogo entre Estados Unidos y Corea del Norte, necesario para el desarrollo de las relaciones con el Sur».
En las imágenes que exhibió la televisión surcoreana se apreciaba el tono cordial del encuentro en el que el presidente surcoreano aparecía sentado frente a la hermana de Kim Jong-un, lo que indica su papel destacado en la delegación norcoreana a pesar de que el alto cargo de mayor nivel era Kim Yong-nam, jefe de Estado honorífico del régimen.
Revés a Estados Unidos
Este nuevo paso simbólico confirma, al menos de momento, el compromiso de las dos Coreas por extender esta etapa de distensión para desconcierto de Estados Unidos, que considera este acercamiento de Kim Jong-un al Sur una forma más de propaganda. El viernes por la noche, durante la ceremonia de apertura de los Juegos de Invierno de Pyeongchang, la tensión era evidente en el palco no solo entre los representantes norcoreanos con el vicepresidente norteamericano, Mike Pence, sino también entre Washington y Seúl. Los malabarismos de Moon para mantener la llama de las negociaciones supusieron lograr permisos para que Kim Yo-jong pudiera entrar en el sur pese a estar vetada por las sanciones de la ONU y de EE.UU., algo que la delegación Trump no ve con buenos ojos.
«Estados Unidos no permitirá que la farsa propagandística del régimen norcoreano salte al escenario mundial sin ser rebatida. El mundo no puede hacer la vista gorda con la opresión y las amenazas del régimen de los Kim», aseguró Mike Pence en Twitter mientras algunos medios surcoreanos criticaban su desplante a los gestos conciliadores del presidente Moon. Destacaban con especial desagrado el hecho de que no se levantara de la silla durante el desfile de la delegación coreana bajo la bandera de la unificación a lo que un portavoz de la Casa Blanca respondió que su cometido era animar a las deportistas norteamericanos.
La prueba de fuego para este avance en la rebaja de la tensión entre las dos Coreas podría llegar cuando finalicen los Juegos Paralímpicos de Pyeongchang o incluso más adelante, cuando en abril comiencen las maniobras militares conjuntas de Seúl y Washington. Corea del Norte interpreta estos ejercicios como un ensayo de invasión y suele responder con pruebas de misiles cada vez más potentes que contribuyen a elevar la tensión en la península.