Análisis sobre cómo se utilizan la tecnología y las redes con fines electorales
26 mar 2018 . Actualizado a las 05:00 h.El escándalo que salpica a Facebook se une a una campaña de injerencia rusa en el ciberespacio que no se circunscribe únicamente a la victoria de Donald Trump, sino que abarca todos los procesos políticos y sociales de Occidente. En un contexto de sociedades muy polarizadas tras la crisis económica, Moscú busca «contribuir a desacreditar y tensionar los sistemas políticos de occidente», según afirma Nicolás de Pedro, investigador del Centro de Información y Documentación Internacionales en Barcelona (CIDOB). Así, su intención no es tanto la propagación de nuevas narrativas, sino fomentar la pérdida de confianza en los valores y en las instituciones democráticas para debilitar a sus rivales geopolíticos.
Este tipo de fenómenos no son nuevos en el tiempo. «Las grandes potencias siempre han realizado estas labores de desinformación. Lo que pasa es que hoy en día se utilizan las capacidades que ofrece la tecnología, que es una diferencia sustancial», comenta Pedro Baños, experto en geopolítica.
En el caso de las elecciones estadounidenses, la intención rusa no era tanto hacer presidente a Trump como atacar las bases y la credibilidad del propio sistema político americano, para lo cual utilizaron las capacidades del ciberespacio. «Un actor con recursos puede fácilmente lograr una gran presencia, orientar tráficos e inflar debates de forma artificial. Las redes sociales ofrecen un acceso libre al corazón de las sociedades democráticas», señala De Pedro. Uno de los elementos clave dentro de esta estrategia es precisamente Russia Today (RT), una plataforma informativa financiada por el Kremlin que «no está concebida como un medio, sino como un arma para ser utilizada en una guerra informativa con occidente», sostiene el investigador del CIDOB. «Uno ve Telesur y comprende que todas las noticias tienen un cariz bolivariano. En RT sí que han aparecido noticias falsas, con el propósito no de defender una ideología o un modo de vida, sino fomentar noticias o ciertos debates para influir en la opinión pública», asegura por su parte Emili J. Blasco, director del think tank Global Affairs & Strategic Studies. Con todo, al comprender múltiples ámbitos, personajes y escenarios, resulta complicado asociar directamente a Putin con esta trama. «Todo indica que hay una vinculación de discurso y de aliados políticos dentro de Rusia, pero es difícil tener pruebas de que desde el Kremlin hay una orden», atestigua Blasco.
La UE no ha permanecido ajena. Desde la imposición de sanciones por la invasión de Crimea en el 2014, Putin considera a la UE como un elemento hostil y peligroso para Rusia. Así, cualquier elemento que contribuya a debilitarla es «bienvenido por el Kremlin», afirma De Pedro. En ese afán por agravar las divisiones en Europa, a Rusia le es indiferente apoyar a candidatos de izquierda populista o derecha xenófoba. Lo que importa es que tengan una agenda contra la UE, y es entonces cuando se proporciona apoyo mediático.