Tres tiros que liquidaron el socialismo de rostro humano en Alemania

Patricia Baelo BERLÍN / CORRESPONSAL

INTERNACIONAL

KEYSTONE Pictures USA

50 años del atentado contra Rudi Dutschke, ídolo de la izquierda y enemigo de la Stasi

11 abr 2018 . Actualizado a las 05:00 h.

Ya de niño Hosea-Ché Dutschke sabía que su padre era distinto a los demás. «A veces cuando mis hermanos y yo cogíamos el teléfono de casa oíamos de fondo un clic. Clic, clic. Eso significaba que nos estaban grabando», cuenta en una entrevista el hijo del líder alemán de la revolución del 68. Rudi Dutschke nació en 1940 en Luckenwalde, una pequeña localidad del este de Alemania, y creció desencantado con el concepto de socialismo vigente en la extinta RDA.

Con el discurso que pronunció en el instituto contra la intervención militar de Alemania en la guerra de Vietnam, se convirtió en el enemigo número uno de la Stasi. Una función que terminó de asumir ya en la zona occidental durante sus estudios de sociología en la Universidad Libre de Berlín, donde tras engullir a Marx, Lenin y Rosa Luxemburgo, se fijó como objetivo la búsqueda de un socialismo con rostro humano y cercano a los grandes teóricos.

Su mujer le advirtió en numerosas ocasiones, como en las Navidades de 1967 cuando le golpearon con una muleta en la cabeza. «No tiene buena pinta, Rudi. Ten cuidado. Quieren acabar contigo», le pedía Gretchen. Su profecía se cumplió el 11 de abril de 1968, el día en que el ultraderechista Josef Bachmann disparó tres veces al portavoz del movimiento estudiantil ante una farmacia berlinesa. Dutschke sobrevivió, pero tardó tres años en recuperar el habla y finalmente murió en 1979 ahogado en la bañera de su casa a consecuencia de los daños cerebrales.

Si bien el atentado generó una oleada de disturbios, 50 años después su imagen provoca admiración y repudio a partes iguales. Hoy los jóvenes alemanes de izquierdas no empapelan su cuarto con fotografías de Dutschke, sino con pósteres del Ché Guevara. Algo que, según los expertos, no se debe tanto a la visión política del revolucionario germano, que con el tiempo se reveló factible, sino a su complicada retórica. Su amigo Bernd Rabehl le comparó con un músico de jazz que nunca sabe cuál será el resultado de sus brillantes interpretaciones.

Contra los viejos valores

Todos sus biógrafos coinciden en que Dutschke nunca se sintió cómodo liderando una revolución que por otra parte se perfilaba necesaria en Alemania, dos décadas después de que concluyera la Segunda Guerra Mundial. Aunque las generaciones mayores se adaptaron a la precariedad económica de posguerra sin demasiadas dificultades, los más jóvenes empezaron a cuestionar los valores de una sociedad en la que hablar de sexo era tabú y las mujeres no podían abrir siquiera cuentas bancarias.

Con el recuerdo del nacionalsocialismo aún muy vivo, empezó a cocerse entre los estudiantes un movimiento de protesta contra el anquilosamiento social y la represión del Gobierno de la RDA. Al igual que en Francia y Estados Unidos, proliferaban las comunas en medio de la estética jipi y la música pop. Ninguna otra ciudad alemana reflejó mejor el espíritu de los 68 que Berlín occidental, donde la vida nocturna comenzaba siempre con reuniones en las que no faltaban el escritor Max Frisch, el cantante David Bowie y el cineasta Rainer Werner Fassbinder.

«Alemania puede sentirse orgullosa de lo que logró el movimiento del 68», más aún teniendo en cuenta que en 1951 solo el 2 % de la población estaba a favor de una democracia, subraya Gretchen Dutschke. Sin embargo, el legado más importante que su generación dejó en la locomotora europea fue un sentimiento colectivo de liberación que transformó las estructuras familiares y educativas preestablecidas, opina el sociólogo Heinz Bude.

La revolución, hoy

Con todo, la revolución del 68 polariza hoy casi tanto como entonces al país conservador. Mientras los políticos de la Izquierda poscomunista y los Verdes idolatran ese período, los cristianodemócratas ven en él la semilla de la Fracción del Ejército Rojo, más conocida por sus siglas, RAF. La organización terrorista, creada como una rama del movimiento de protesta juvenil, se radicalizó a raíz de la muerte del estudiante Benno Ohnesorg por disparos de la policía y del atentado contra Dutschke.

El politólogo Hajo Funke insiste en que asociar la generación del 68 con la RAF, que mató a 34 personas entre 1970 y 1990, es injusta. No solo porque la Fracción del Ejército Rojo perpetró su primer ataque una semana antes de que intentaran asesinar a Dutschke, sino porque el líder estudiantil, de madre protestante, rechazaba la violencia. Aunque buena parte de la sociedad no lo crea. «¡Pero si usted parece inofensivo!», le dijo hace poco un taxista a Hosea-Ché al revelar su apellido.

Exposición inédita en Berlín

La policía de Berlín, que empezó a llevar casco tras las protestas sin precedentes que generó el atentado, ha organizado una muestra inédita que abrió sus puertas el lunes y podrá visitarse hasta el 20 de julio. Entre los objetos que se exhiben figuran actas de la investigación, recortes de prensa, octavillas, fotografías originales e incluso los proyectiles que disparó el ultra Bachmann, que fue condenado a siete años y murió en 1970 en prisión, tras varios intentos de suicidio. Todo ello animado de fondo por la canción «Tres balas contra Rudi Dutschke», que compuso Wolf Biermann en 1968.

Una calle entre dos periódicos para el líder estudiantil

En el 2004 Die Tageszeitung lanzó una campaña para darle el nombre del portavoz estudiantil a una calle de Berlín. Tras varios juicios y un referendo, el diario izquierdista ganó la contienda cuatro años más tarde. No es casualidad que hoy la calle Rudi Dutschke salga de la redacción del periódico, más conocido como Taz, y llegue hasta la sede del gigante editorial Axel Springer, que representa la antítesis de la generación del 68 y sus valores.

La izquierda alemana responsabiliza al grupo mediático conservador de participar de forma indirecta en el atentado contra Dutschke. Porque, cuando apretó el gatillo el 11 de abril de 1968, Bachmann llevaba consigo varias copias de los periódicos de Axel Springer que demonizaban al líder juvenil. De hecho, el rascacielos editorial de cristal fue atacado con piedras y cócteles molotov tras producirse el ataque.

La viuda de Rudi no pudo alegrarse más al ver rebautizada la calle berlinesa con el nombre de su marido. «La mayoría de los que no han cumplido los 30 ni siquiera le conocen y se trata de un capítulo fundamental de la historia alemana», defiende Gretchen Dutschke.