Trump emula a Bush: «¡Misión cumplida!»

Rosa Paíno
Rosa Paíno REDACCIÓN / LA VOZ

INTERNACIONAL

LOUAI BESHARA | AFP

EE. UU., Francia y el Reino Unido frenan el empuje de Rusia con un ataque quirúrgico en Siria

15 abr 2018 . Actualizado a las 07:58 h.

«¡Misión cumplida!». Donald Trump cantó victoria en un tuit al cumplir su promesa de castigar a Bachar el Asad por el supuesto ataque químico contra civiles en Duma, después de días de amenazas. Lo hizo con la ofensiva más contundente lanzada por EE. UU. contra Siria, y acompañado de dos aliados, Emmanuel Macron y Theresa May. «Un bombardeo perfectamente ejecutado», escribió antes de dar la gracias a Francia y al Reino Unido «por su sabiduría y por el poder de sus buenos Ejércitos». «No podría haber tenido un resultado mejor», concluyó. Fue un golpe fuerte, pero proporcionado y limitado a una noche para no provocar a Rusia y agravar aún más las tensiones. El objetivo era disuadir a Al Asad de lanzar una guerra química, y lo dio por cumplido. A menos que Damasco vuelva a las andadas. En el 2003 y bajo una pancarta con el lema «Misión Cumplida» en el portaviones Abraham Lincoln, proclamó George W. Bush el fin de la guerra en Irak. Una proclamación que resultó prematura.

Ataque quirúrgico

Tres objetivos. La operación de EE. UU., Francia y el Reino Unido, en la noche del viernes al sábado, consistió en el lanzamiento de 105 misiles sobre tres objetivos vinculados al programa de armas químicas. Según el Pentágono, el primero fue un centro de investigación clave para el desarrollo de esas armas situado en Barzeh, un barrio de Damasco, contra el que se lanzaron 76 proyectiles. En una segunda ofensiva se utilizaron 29 misiles contra un depósito de gas sarín y un búnker en Him Shinshar, en la provincia de Homs. La portavoz del Departamento de Defensa, Dana White, aseguró que «la operación cercena la capacidad [de Siria] de desarrollar, desplegar y usar armas químicas en el futuro». El teniente general Kenneth McKenzie, fue más cauto y recalcó que aún pueden existir «partes residuales». La OTAN respaldó la ofensiva tripartita y, tras una reunión del Consejo Atlántico, lanzó un mensaje contundente contra Damasco.

Aviso a Rusia

Evitar bajas. Los tres aliados se han preocupado de evitar que las fuerzas rusas presentes en Siria sufrieran algún tipo de percance. El embajador de EE. UU. en Moscú, Jon Huntsman, reconoció que se avisó a Rusia de la ofensiva «para minimizar el riesgo de que hubiera víctimas entre las fuerzas rusas». El Kremlin, en cambio, negó cualquier aviso. La realidad es que había un objetivo claro de evitar una escalada militar de consecuencias impredecibles entre las dos potencias, en momentos en que las relaciones ya están muy deterioradas con las expulsiones de diplomáticos por el caso del exespía Serguéi Skripal y las acusaciones sobre la injerencia rusa en las elecciones occidentales. Pero Trump necesitaba también salvar la cara demostrando que es duro con Putin, y de paso distraer la atención sobre la investigación del Rusiagate.

Defensas sirias

Desmentidos. El general McKenzie aseguró que todos los misiles alcanzaron su objetivo. Algo que desmintieron tanto Moscú como Damasco. El Ejército sirio presumió de que su defensa antiaérea derribó la mayoría de los misiles lanzados. De acuerdo con el Ministerio de Defensa ruso, fueron interceptados 71. El Observatorio Sirio para los Derechos Humanos (OSDH), fiable por sus fuentes sobre el terreno, confirmó que algunos misiles habían sido interceptados. También hay discrepancia sobre los objetivos. Según Rusia y Siria, la operación tripartita tuvo más blancos que los tres reconocidos por Washington. La mayoría relacionados con el despliegue de Irán en el país. Un comandante sirio aseguró a Reuters que fueron atacados, entre otros, el aeropuerto militar de Dumair, un arsenal en Qalamoun y Kiswah (donde Irán supuestamente está construyendo una base).

Sin Víctimas

Objetivos vacíos. Los ataques no causaron bajas civiles ni militares, según Moscú. Los medios oficiales sirios solo recogen tres heridos y se esforzaron en dar una imagen de normalidad en las calles de Damasco. Incluso difundieron imágenes de Al Asad caminando solo y en silencio hacia su oficina. El OSDH confirmó que los objetivos atacados estaban «completamente vacíos» y que su personal había sido evacuado hacía «más de tres días». Los tuits de Trump del jueves telegrafiando la operación (con el «prepárate Rusia ante la llegada de misiles bonitos, nuevos e inteligentes») hicieron que tanto las tropas rusas como las siria e iraníes tomasen medidas.

Actuará de nuevo

Las armas cargadas. La oposición política siria pidió a Estados Unidos que expanda su ofensiva contra posiciones del régimen hasta el derrocamiento de Bachar al Asad. El jefe del Pentágono, el general retirado James Mattis, aclaró que lo de ayer fue un golpe puntual y no se planean otros. Es decir, no implica un cambio de estrategia en el país árabe, ni mucho menos buscar la caída del presidente sirio. Pero como aclararon tanto el vicepresidente, Mike Pence, como la embajadora ante la ONU, Nikki Haley, si el régimen vuelve a usar de nuevo el gas venenoso se encontrará a un EE. UU. con las armas cargadas». «La hora de hablar se acabó anoche», zanjó Haley.

Reunión en la ONU

Veto a la condena. En una reunión de emergencia convocada por Vladimir Putin, el Consejo de Seguridad de la ONU rechazó la propuesta rusa de condenar la «agresión» a Siria por parte de Estados Unidos, Francia y el Reino Unido. La resolución recibió apenas tres votos a favor (Rusia, Bolivia y China), otros ocho en contra y cuatro abstenciones.

Precedentes

El segundo de la era Trump. El ataque de ayer sigue al del lanzamiento el pasado año de 59 misiles contra la base de Al Shayrat, de donde supuestamente salió el avión que lanzó el gas sarín sobre Jan Sheijún, dejando más de 80 civiles muertos. Su predecesor, Barack Obama, renunció en el último minuto a lanzar un ataque tras la muerte de 1.400 personas en el 2013 en otro ataque en Guta, pese a la línea roja que él mismo había trazado. A cambio, acordó con Rusia desmantelar el arsenal químico sirio. EE. UU. cree que en Duma se usó gas sarín y también cloro. Una afirmación que solo podrá corroborar la misión enviada a Duma por la Organización para la Prohibición de las Armas Químicas (OPAQ).

Un destructor y dos aviones con base en España participaron en la ofensiva

El secretario de Defensa, Jim Mattis, precisó que ayer se empleó el doble de munición que en el bombardeo de abril del 2017 contra la base siria de Al Shayrat. En la intervención participaron medios con base en España. El destructor Donald Cook, desde donde se lanzaron los misiles Tomahawk, tiene su base habitual en Rota (Cádiz). El buque se encontraba hace semanas realizando misiones rutinarias en el Mediterráneo oriental. Además, dos aviones de aprovisionamiento en vuelo, con base en Zaragoza, prestaron apoyo logístico al ataque.

Rusia explicó que los ataques fueron lanzados por dos barcos de la Marina de EE. UU. en el mar Rojo, por un grupo aéreo táctico sobre el Mediterráneo y por bombarderos B-1B que despegaron desde una base militar en Al Tanf, cerca de la frontera sirio-iraquí. Otros aparatos habían despegado de la base de Al Uedid, en Catar.

Francia disparó doce misiles contra territorio sirio, según fuentes de Defensa. Además de los tres de crucero naval, los otros nueve proyectiles salieron de cazas franceses, en un ofensiva en la que se movilizaron cinco Rafale, cuatro Mirage 2000-5, dos aviones de reconocimiento Awac y cinco de abastecimiento que despegaron de bases en territorio francés. Londres utilizó cuatro cazas Tornado GR4 de la Royal Air Force equipados con misiles Storm Shadow.

Trump alimenta sus contradicciones

Sus votantes le exigen que se centre en América, y la oposición, que acepte refugiados

adriana rey

Hubo una sensación de decepción entre un grupo de partidarios de Donald Trump cuando el presidente anunció el viernes un «ataque de precisión» contra Siria. El desengaño vino de la mano de aquellos votantes que se aferraron a la promesa de Trump del «America first» y que ahora, tras la embestida militar contra Al Asad, sienten que el magnate incumplió su promesa de sacar a los EE.?UU. de los conflictos mundiales. Fue ese desánimo precisamente el que trató de contrarrestar ayer el sector más leal al presidente bajo el mensaje de que EE. UU. no es, ni debería ser, «el policía del mundo», pero que en el caso de Siria existía un imperativo moral para serlo. «Si no hubiéramos respondido, Al Asad habría llegado a la conclusión de que podía volver a hacerlo [lanzar armas químicas contra civiles]. Más importante aún: sus patrocinadores, Irán y Rusia, habrían llegado a la misma conclusión», alertó el exasesor del presidente en la Casa Blanca, Sebastian Gorka. Desde diferentes medios, Gorka constituyó una de esas voces de la ultraderecha que trató de calmar los ánimos de aquellos que tras leer el «¡Misión cumplida!» siguieron sin saber exactamente a qué misión se refería.

¿Cuál es la política de Trump en Siria? ¿Tiene el Gobierno un plan para proteger a los civiles tras siete años de guerra? Los interrogantes son el resultado de la contradicción política que reina en la Casa Blanca y que, en este caso, mezcla dos mensajes: por un lado, el hartazgo de intentar resolver los problemas de otros en Oriente Medio; y por otro, el horror ante las imágenes de niños asfixiados por los efectos de las armas químicas.

¿Una cortina de humo?

Sin embargo, han sido muchos los analistas que han recordado que, si Trump realmente se hubiese conmovido por las víctimas de dicho ataque, no tardaría en revertir su veto a todos los refugiados sirios. «Trump todavía carece de una estrategia coherente para poner fin al conflicto y en su lugar ha intentado recortar la ayuda humanitaria y cerrar la puerta a los refugiados», recordó ayer Oxfam América.

Entre las múltiples interpretaciones están también las de quienes evocan la película Wag the Dog, en la que un presidente tapaba un escándalo sexual provocando una falsa guerra, y así se acuerdan de cómo Bill Clinton atacó Serbia para supuestamente esconder el escándalo Lewinsky. La polémica de Trump se llama Rusiagate y ya ha provocado que un asesor de Seguridad Nacional, un director de campaña, un asesor de política exterior y otro oficial de campaña de alto rango se enfrenten a cargos por delitos graves. Es más, mientras el Pentágono estudiaba la estrategia para atacar Siria, Michael Cohen, abogado del presidente, comenzaba a ser objetivo del FBI, al estar bajo investigación criminal.

Críticas a Macron en la derecha y en la izquierda

La derecha critica a Macron por parecer un pelele de Trump y no tener voz propia en el tablero internacional

En Francia, la derecha critica a Macron por parecer un pelele de Trump y no tener voz propia en el tablero internacional, especialmente en una zona tan vinculada al país como Siria; la izquierda, por su parte, critica al presidente por atacar a un país soberano sin el visto bueno de la ONU. Y mientras, en las calles, estudiantes y ferroviarios lideran sus propias protestas, en las que hay pancartas alusivas al conflicto sirio como la elocuente «Macron se trumpe», un «Macron está equivocado» que hace un juego de palabras con el nombre de Trump. 

Los laboristas reprochan a May que no consultara con el Parlamento

May dio vía libre para que sus tropas se pusieran en marcha de madrugada por «razones de seguridad y operativas»

rita Á. tudela

La primera ministra británica, Theresa May, decidió atacar Siria mientras los parlamentarios estaban de vacaciones, para evitar así tener que pedir permiso y que su propuesta fuese rechazada, tal y como le sucedió a su predecesor, David Cameron, cuando quiso llevar a cabo una acción militar contra el presidente Bachar Al Asad hace cinco años.

May dio vía libre para que sus tropas se pusieran en marcha de madrugada por «razones de seguridad y operativas». La conservadora respondió así al supuesto uso de armas químicas en Duma, añadiendo que la acción fue «legal y la correcta», en un esfuerzo por detener que el uso de armas químicas «se convierta en la norma».

Desde Downing Street recalcaron que no pretenden en «ningún modo intervenir en una guerra civil ni causar un cambio de régimen», sino que se trata de un ataque coordinado y dirigido para degradar la capacidad del régimen sirio de utilizar armas químicas. Londres alega que Al Asad tiene un largo historial usándolas contra su pueblo del «modo más cruel y aborrecible». 

«Las bombas no traen paz»

Sin embargo, la falta de un consentimiento por parte del público británico despierta el miedo a fuertes protestas en las calles y pone a May en una clara disputa con el partido de la oposición. El líder laborista, Jeremy Corbyn, escribió una carta a la primera ministra en la que definió la acción como «legalmente cuestionable» y la acusó de «verse arrastrada por Donald Trump» para cometer un ataque que podría intensificar el conflicto.

Corbyn pidió una investigación independiente liderada por la ONU sobre el ataque con armas químicas de la semana pasada y alegó que May debería haber buscado la aprobación parlamentaria antes de lanzar la acción. Para el laborista está claro que «las bombas no salvarán vidas ni traerán la paz».

En un intento de defender el ataque, Londres publicó un resumen del asesoramiento legal con tres puntos clave: evidencias convincentes de angustia humanitaria extrema, que no había otra alternativa al uso de la fuerza y que esta fue proporcionada.