«El pueblo está hastiado de tanta humillación, por eso se ha producido la insurrección civil», dice la activista
30 abr 2018 . Actualizado a las 17:50 h.Histórica activista estudiantil sandinista y ahora férrea defensora de los Derechos Humanos. Haydée Castillo dice haber luchado siempre por la construcción de una sociedad mejor. Mantiene un fuerte vínculo con Galicia, a donde ha viajado en varias ocasiones, favoreciendo, por su parte, la llegada de médicos gallegos a su región, Las Segovias, a través de la oenegé Solidariedade Galega.
Su voz es una de las muchas que se oye contra los excesos del actual Gobierno. Denuncia ahora una persecución por parte de simpatizantes del exguerrillero y ahora presidente Daniel Ortega. «He sufrido un proceso continuo de deslegitimación y desprestigio y en estos últimos días, en los que se ha desatado prácticamente una insurrección civil del pueblo de Nicaragua, hastiado de tanta humillación, pues ha arreciado el acoso y la persecución a muchas defensoras», lamenta haciendo referencia a las protestas en contra de la reforma del Seguro Social que se han cobrado entre 32 y 63 víctimas mortales, según las cifras de la sociedad civil.
«He recibido amenazas de que nos van a quemar las instalaciones de nuestra organización y mi casa. Hay amenazas contra mi integridad personal, me dicen que hay planes de las fuerzas de seguridad contra mí y que van a agotarme hasta las últimas consecuencias», lamenta.
Castillo lleva años denunciando violaciones a los derechos humanos en su país: «Por toda esta labor de denuncia, el Gobierno nos ha calificado como personas peligrosas para sus intereses. Dicen es que somos agentes de la CIA y que recibimos dinero de EE. UU. para atentar contra este Gobierno», se queja.
Castillo es una de las más conocidas activistas urbanas de la revolución de 1979. «Hemos observado cómo el legado del sandinismo se ha ido distorsionando. Ortega y su familia prácticamente se han tomado los símbolos, la historia, los muertos para su provecho personal, familiar, y de un grupo de allegados», comenta.
«Han venido gobernando junto a las grandes cúpulas empresariales, las grandes transnacionales. En realidad, han vuelto a hacer lo mismo del exdictador Anastasio Somoza. Nosotros hemos denunciado el hambre, la violencia, la exclusión, la persecución a los líderes campesinos, los asesinatos selectivos, la cooptación al movimiento social, la violación de nuestros derechos, porque ya no nos podemos organizar libremente….», enumera la antigua guerrillera desesperada por el olvido de las clases populares por parte de Ortega.
Castillo cree que la historia se está repitiendo. «Cuando le hacíamos la revolución a Somoza, ya nos decía que éramos unos delincuentes. Estamos acostumbrados a ello, pero duele de gente que estuvo con nosotras en los mismos frentes de batalla luchando contra Somoza».
Cambio de líderes
Con esos datos, dice que debe haber un cambio de Gobierno: «Está demostrado que el presidente y su esposa, la vicepresidenta, están incapacitados para gobernar este país. Porque cuando un Gobierno recurre al asesinato, a la persecución y a la desaparición, es un Gobierno que ya perdió legitimidad».
Cree que la solución a la crisis política es un pacto de país: «En este momento ya deberían, por un asunto ético y moral, poner su renuncia en colectivo. Deberíamos llamar a una Constituyente, a constituir un nuevo Estado y que todas estas autoridades renuncien porque tienen sus manos manchadas de sangre».
Nicaragua continúa, estos días, preparando el proceso de diálogo nacional en el que participará el Gobierno, la patronal, la sociedad civil y los estudiantes, con la intermediación de la Iglesia Católica como garante.
No será un debate «aplanado», fácil, según han advertido los obispos que participarán en la mesa de debate. De ella depende la paz social en una Nicaragua que pasa por uno de sus momentos más complicados y convulsos de la historia reciente.
«Que se vaya Daniel», gritan los campesinos que viajan a Managua
Este fin de semana hay más manifestaciones convocadas, de parte de ambos bandos. Los jóvenes que protestan en la Universidad Politécnica, epicentro de las protestas, siguen pidiendo la renuncia presidencial. Ayer comenzó una marcha de campesinos de todo el país que se dirigen hacia Managua con un grito unánime: «¡Que se vaya Daniel!», en referencia al presidente Ortega. Miles de personas salieron a la calle en Managua convocados por la influyente Iglesia Católica bajo el lema «Por amor a Nicaragua», mientras insisten en configurar una mesa de diálogo.