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Quién es Fernando Karadima, el sacerdote expulsado por abusos sexuales

La Voz

INTERNACIONAL

VLADIMIR RODAS / AFP

La decisión adoptada por el Papa es excepcional. Se trata de la mayor condena dentro de la Iglesia católica

28 sep 2018 . Actualizado a las 18:39 h.

En una decisión excepcional que adopta «en conciencia y por el bien de la iglesia», el Papa ha expulsado definitivamente del sacerdocio al chileno Fernando Karadima, que se enfrenta un juicio civil en su país por abusos sexuales. Según un comunicado emitido por el Vaticano, el pontífice «ha dimitido del estado clerical a Fernando Karadima Fariña, de la Archidiócesis de Santiago de Chile». Es la mayor condena dentro de la Iglesia católica

«El pedófilo Karadima expulsado del sacerdocio. Nunca pensé que vería este día. Un hombre que le arruinó la vida a tantas personas. Agradezco que el Papa Francisco @Pontifex_es haya tomado esta determinación al fin. Espero que muchos sobrevivientes sientan un ligero alivio hoy», escribió en Twitter Juan Carlos Cruz, una de sus víctimas.

En 2010 saltó a la luz la existencia de una serie de denuncias en su contra por abusos sexuales. El proceso civil, que había sido inicialmente archivado, fue reabierto después de que en el proceso canónico paralelo fuera declarado culpable de abusos sexuales contra menores con violencia y abuso de su potestad eclesiástica. En junio de 2011, la Santa Sede rechazó la última apelación de Karadima, confirmándose los cargos de pedofilia y efebofilia (interés sexual o atracción hacia adolescentes). El arzobispo de Santiago, Ricardo Ezzati, dio a conocer la resolución de la Santa Sede, que ratificaba la condena establecida el 18 de febrero: culpable de abusos sexuales y psicológicos reiterados. Según las acusaciones, los abusos se habrían cometido a partir de los años 80, cuando denunciantes como James Hamilton, que ahora tiene más de cincuenta años, o Juan Carlos Cruz, eran menores. Uno de los testimonios públicos más impactantes fue precisamente el de Hamilton, médico de profesión, que relató en un programa de televisión cómo se había acercado a Karadima tras perder a su padre. Desconsolado, se acercó a la parroquia de El Bosque. «Algo muy terrible que ocurría es que cada vez que abusaba de mí, me enviaba a otro sacerdote para que me confesara», recuerda.

El 12 de junio de 2018, la Fiscalía abrió una nueva causa en contra del sacerdote chileno por presuntos abusos sexuales. La investigación se inició tras la denuncia de Santiago Valenzuela, quien declaró haber sido obligado por Karadima a practicarle sexo oral en reiteradas ocasiones.

El pasado mes de abril, tres víctimas, James Hamilton, Juan Carlos Cruz y José Andrés Murillo se reunieron con el obispo de Roma en el Vaticano, para solicitarle que aplicase con firmeza el principio de «tolerancia cero» con la pedofilia. Francisco les pidió perdón y se comprometió a tomar medidas. Días después, el Santo Padre se reunió con los obispos de Chile, un encuentro que desembocó en más de una treintena de renuncias.

José Andrés Murillo y James Hamilton, dos de sus víctimas
José Andrés Murillo y James Hamilton, dos de sus víctimas Alberto Valdés

LA IGLESIA CHILENA, CONTRA LAS CUERDAS

El caso de los abusos sexuales cometidos por Fernando Karadima es uno de los más emblemáticos en Chile por la influencia de este sacerdote dentro de la Iglesia. Desde la parroquia santiaguina de El Bosque, situada en un barrio acomodado de la capital, Karadima forjó durante años sólidos nexos con sectores de la elite política y económica del país sudamericano. Según un catastro publicado por la Fiscalía Nacional de Chile a finales de agosto, actualmente hay 119 investigaciones en curso contra 167 personas imputadas relacionadas con la Iglesia y 178 víctimas cuantificadas, 79 de las cuales era menores de edad cuando ocurrieron los hechos.

Las víctimas de Karadima han emplazado al Poder Judicial a que actúe con independencia y castigue los abusos y el encubrimiento de los delitos en seno de la Iglesia. «La historia nos dirá si el Estado de Chile y sus jueces estuvieron a favor del abuso y la corrupción, y subyugados al poder de la Iglesia, o si ha sido un poder autónomo que hace el trabajo que le corresponde, que es juzgar», dijo James Hamilton, uno de los denunciantes, a EFE. 

«Lo importante no es lo que opine el papa ni la Iglesia, sino que somos un pueblo soberano y Chile tiene que seguir siendo soberano en sus leyes y la protección de los más desamparados y los más débiles, que son los niños, adolescentes y adultos vulnerables», dijo Hamilton en declaraciones a la prensa en el Palacio de Tribunales, quien destacó la delicada situación que vive la Iglesia chilena por los abusos sexuales: «Toda la Conferencia Episcopal chilena está renunciada, es el único lugar del mundo donde han renunciado todos los obispos». La Iglesia chilena se encuentra azotada por las denuncias de abusos sexuales a menores. El Papa ha cesado ya a siete obispos. 

José Andrés Murillo, otro de los denunciantes, subrayó que los abusos y el encubrimiento cometidos por Karadima y otros religiosos chilenos están demostrados y han sido reconocidos por el Vaticano, por lo que ahora es el momento de que el Estado chileno y sus tribunales se pronuncien.

El abogado Juan Pablo Hermosilla, quien representa a las tres víctimas en la demanda civil, aseguró que sus expectativas sobre el avance de la causa son «neutras» debido a la «posición ambivalente» que, en su opinión, ha mostrado el Estado en los casos de abusos sexuales.

 «Los secretos del imperio de Karadima»

 Así es como se titula el libro que relata el historial de sus abusos. En uno de sus capítulos se cuenta en detalle cómo el expárroco aprovechó su condición de guía espiritual para manipular a decenas de sacerdotes y seminaristas. Además de los abusos sexuales a los que sometió a aspirantes al sacerdocio, Karadima utilizó a los miembros de la Pía Unión Sacerdotal para extender sus tentáculos hasta el seminario, promovió el nombramiento de sus leales en diversos puestos de poder, desprestigió a sus críticos y pulverizó -mediante verdaderos linchamientos de imagen en juicios secretos- a aquellos que se apartaban de su influencia.