Dimisiones en cascada en el Gobierno de Theresa May tras el acuerdo sobre el «brexit»
INTERNACIONAL
Repentinamente debilitada por estas renuncias, la primera ministra británica ha advertido que un voto contra el controvertido proyecto puede implicar que no haya «brexit». Un diputado conservador ha pedido que May sea sometida a una cuestión de confianza
15 nov 2018 . Actualizado a las 17:56 h.Cinco dimisiones en las primeras horas tras el anuncio del preacuerdo sobre el divorcio de Reino Unido y la Unión Europea: primero fue el secretario de Estado para Irlanda del Norte del Gobierno británico, Shailesh Vara, un poco más tarde el ministro británico para el «brexit», Dominic Raab, después la ministra de Trabajo y Pensiones, Esther McVey, y, la secretaria de Estado del brexit, Suella Braverman. Por la tarde se sumaba una quinta: el vicepresidente del Partido Conservador y primer enviado ministerial de comercio a Pakistán, Rehman Chishti. Todos ellos han anunciado su renuncia a lo largo de este jueves por desacuerdos con el borrador aprobado ayer.
El diputado conservador Jacob Rees-Mogg, líder del sector más euroescéptico de la formación, además confirmaba que había presentado una petición a su grupo parlamentario para que Theresa May sea sometida a una cuestión de confianza.
Repentinamente debilitada por estas renuncias, la primera ministra británica Theresa May, ha advertido esta mañana ante el parlamento que un voto contra el controvertido proyecto de acuerdo alcanzado con Bruselas puede implicar que no haya brexit. «Podemos elegir salir de la UE sin acuerdo, podemos elegir que no haya brexit o podemos elegir unirnos y respaldar el mejor acuerdo posible», afirmó ante la Cámara de los Comunes, donde partidarios y detractores del Brexit fustigaron el texto aprobado la víspera por el gobierno y que provocó la dimisión de cuatro ministros.
El primero en anunciar su renuncia fue el diputado conservador Shailesh Vara al considerar que el acuerdo preliminar consensuado con Bruselas «deja al Reino Unido a medio camino, sin límite de tiempo para cuándo el país se convertirá finalmente en un Estado soberano», según informa Efe. «Somos una nación orgullosa y es un día triste cuando nos vemos reducidos a obedecer las normas hechas por otros países que han demostrado que no velan por nuestros intereses», señala en el comunicado difundido en la red social. «Podemos y debemos hacerlo mejor. La gente del Reino Unido se merece algo mejor que esto», afirma.
Dominic Raab publicaba poco después un comunicado en el que explicaba que el régimen pactado para la frontera irlandesa pone en peligro la «integridad» de Reino Unido. «No puedo encajar los términos del acuerdo propuesto con las promesas que hicimos al país en nuestro manifiesto electoral. Es (...) una cuestión de confianza pública», ha alegado en su carta a May, difundida también en su cuenta oficial de Twitter.
Raab ha basado su decisión en dos razones, la primera de las cuales es que no está de acuerdo con el régimen regulatorio propuesto para Irlanda del Norte, en la medida en que «supone una amenaza muy real para la integridad de Reino Unido». Tampoco considera conveniente que la solución de emergencia o backtop pueda ser «indefinida» y que la UE pueda tener en un futuro capacidad de «veto» para la ruptura definitiva. «Los términos del backstop equivalen a mezclar las obligaciones de la unión aduanera y del mercado único», ha afirmado.
Le siguió la titular del Ministerio de Trabajo y Pensiones, Esther McVey, quien reprocha a May que «el acuerdo que puso usted ayer frente al gabinete no honra el resultado del referendo» del 2016, en el que un 52% de británicos votaron por salir de la Unión Europea, tal y como escribe en una carta publicada en Twitter.
Y tras ella, la secretaria de Estado para el brexit, Suella Braverman, quien también destacaba en Twitter que ha llegado el punto «en el que siento que estas concesiones [hechas a Bruselas] no respetan la voluntad del pueblo».
Ya por la tarde llegaba el quinto golpe al mandato de Theresa May. El vicepresidente del Partido Conservador y primer enviado ministerial de comercio a Pakistán, Rehman Chishti. En su carta aseguraba sentirse «decepcionado» por la falta de «liderazgo» del Ejecutivo y sostenía que no podía apoyar un pacto que va en contra del manifiesto conservador.
Sobre estas dimisiones se ha referido también hoy el líder de la oposición británica, el laborista Jeremy Corbyn, quien ve al Gobierno del Reino Unido es un «caos» y a la primera ministra sin el «apoyo» ni de «su gabinete, ni del Parlamento ni del país».
Corbyn se ha preguntado, desde la Cámara de los Comunes, cómo pretende la premier que el Reino Unido confíe en un acuerdo de salida de la Unión Europea que «el propio ministro del 'brexit' -Dominic Raab- que lo ha negociado, no puede apoyar» y que, por ello, ha decidido dimitir.
Aunque May consiguió sobre el papel el apoyo de sus ministros, existen reticencias internas y no se descartan más dimisiones al más alto nivel, mientras que persisten las críticas al texto también por parte de diputados conservadores y de la oposición.
Reunión en Bruselas el 25 de noviembre
La primera noticia de la mañana tras el acuerdo de ayer es la confirmación del 25 de noviembre como fecha de la reunión extraordiaria que tendrá lugar en Bruseas entre los líderes de los 27 países que permanecerán en la Unión Europea, y en la que decidirán si aprueban el acuerdo preliminar sobre el «brexit». Lo ha confirmado el mismo presidente del Consejo Europeo, Donald Tusk en una rueda de prensa.
Caos en los mercados
Y como era de esperar, los mercados financieros también han reaccionado ante el preacuerdo alcanzado ayer y la casacada de dimisiones. La libra esterlina cayó más de un 1 % ante el euro y el dólar tras conocerse la renuncia de Raab, y un 1,2 % frente al euro, hasta 1,13 euros, y un 1,1 % ante el dólar, hasta 1,28 dólares, al conocerse la primera renuncia, informa Efe.
May mantiene vivo el acuerdo con la UE
Logra el apoyo del Gobierno a un pacto de salida denostado, pero se enfrenta ahora al Parlamento
Íñigo Gorriagán
La mayoría del Gobierno británico dio ayer el visto bueno al borrador del acuerdo alcanzado por sus negociadores y los de la Comisión Europea tras una reunión de cinco horas y en una atmósfera que ilustra las dificultades que tendrá la primera ministra para lograr su aprobación por la Cámara de los Comunes. Theresa May lo celebró como «un paso decisivo», tras una reunión «larga, detallada y apasionada», con «decisiones difíciles, especialmente sobre Irlanda del Norte».
Los ministros se congregaron en torno a May en la Sala del Consejo tras entrevistarse personalmente con la primera ministra y encerrarse a leer el borrador, que supera las 500 páginas, en una sala preparada para la ocasión en el Ministerio del Gabinete. La semana pasada tuvieron la oportunidad de leerlo aún incompleto. Los portavoces de May explicaron que la primera ministra dio oportunidad a cada ministro de expresar sus puntos de vista, pero la duración del debate confirma que en el Ejecutivo existen opiniones encontradas y, entre ellas, las de quienes creen que el acuerdo debe garantizar una transición hasta el final del 2020 y una salida limpia de la Unión Europea después, o el Partido Conservador será castigado por los electores.
La extensión del debate retrasó la coreografía acordada, que incluía la publicación del acuerdo la noche de ayer, informa Colpisa. May hará una declaración formal en el Parlamento hoy. El Consejo Europeo especial el 25 de noviembre tendrá que sellar el acuerdo general y la Cámara de los Comunes dará su opinión, tras varios días de debate, en la primera semana de diciembre.
Capitulación
La atmósfera política británica está cargada, pero la sesión semanal de preguntas al jefe del Gobierno en los Comunes transcurrió sin que May se sintiera acosada. Varios diputados pidieron que se publique el documento lo antes posible para no prolongar una situación en la que se debate sobre su contenido a partir de las filtraciones sumarias que fueron publicando los medios de comunicación. Un tory le advirtió que había perdido ayer el apoyo de muchos diputados y de millones de electores.
Jeremy Corbyn, líder de la oposición laborista, logró el golpe quizás más significativo al preguntar a la primera ministra si el acuerdo otorga al Parlamento la soberanía sobre la decisión de abandonar la unión aduanera, que se asume como parte central del acuerdo de salida. La respuesta evasiva de May sirvió para confirmar que habrá, en el mejor de los casos, un mecanismo mixto de decisión.
Corbyn pretendía mostrar la existencia de divisiones entre el Gobierno y su grupo parlamentario, porque su partido propone una pertenencia permanente a la unión aduanera que no daría la soberanía que reclamaba. Pero el líder laborista quiere derribar a May. Declaró la pasada semana al semanario alemán Der Spiegel que no pueden «parar el brexit», aunque la conferencia de su partido, en septiembre, no descartó la demanda de un segundo referendo. Tony Blair, por cierto, consideró ayer que esta es la mejor salida posible, porque el acuerdo alcanzado es una «capitulación» que «aúna lo peor de ambos mundos». A su juicio, mantendrá al país «atado a la política comercial de la UE» hasta que haya un fin establecido «conjuntamente», lo que dotará al bloque comunitario de «un veto».
Los votos de una gran mayoría de los escaños laboristas contra el acuerdo se dan ya por descontados a pesar de la incoherente posición del partido. Los unionistas norirlandeses del DUP están ya íntimamente aliados con los brexiters conservadores más intransigentes y parecen dispuestos a romper el pacto formado con May en el 2017 para sostener su Gobierno en los Comunes. Arlene Foster afirmó, de hecho, que el acuerdo quiebra «las líneas rojas» del partido norirlandés.
Moción de confianza
A los independentistas escoceses del SNP y a los nacionalistas de Plaid Cymru (Partido de Gales) hay que sumar los cerca de 40 escaños conservadores brexiters que rechazan el acuerdo sin leerlo y que, según medios británicos, planean una moción para forzar una elección de nuevo líder del partido. También es posible que se encuentren en esta posición los 13 diputados escoceses que han enviado una carta a May comprometiéndose a no votar por el acuerdo, si al final del período transitorio, en diciembre del 2020, no se recobra la soberanía sobre la política pesquera.
En definitiva, las sumas y restas no ofrecen todavía una garantía de que el acuerdo pueda superar un voto en el Parlamento. May pretende que la negociación de la futura relación comercial con la UE resolverá el problema de la frontera irlandesa y el de la política pesquera, y permitirá recobrar la autonomía para negociar acuerdos comerciales con otros países. El resumen es que ha superado la barrera del Gabinete, pero su trayectoria en los últimos meses ha minado la confianza en sus palabras.
El acceso a las aguas y a las oportunidades de pesca
Era la gran incógnita. Hasta el último momento se pensó que podría ser la gran sacrificada, la moneda de cambio, una vez más, en aras de preservar el conjunto de la negociación. Y algo de eso hay, porque al sector le ha quedado un sabor agridulce.
«Una condición esencial para que la unión aduanera cubra los productos pesqueros y acuícolas es que haya un acuerdo entre la UE y el Reino Unido en el acceso a las aguas y a las oportunidades de pesca», aseguró Barnier. Esto significa que, si Londres renuncia a exportar ese tipo de productos, podrá cerrar sus aguas a la flota comunitaria.