El gran perdedor de esta crisis es quien la ha provocado, Matteo Salvini. La presentación de la moción de censura contra el Gobierno de Giuseppe Conte, del que era vicepresidente y ministro, en pleno agosto, no solo ha causado estupor en el electorado, que no ha entendido los motivos, sino también el cansancio de un país que en un año ha elegido el Parlamento, los eurodiputados y cargos regionales, y no ha visto respuestas a los problemas económicos y sociales.
La confianza en el líder de la Liga, que en julio era de un 51 %, hoy ha caído al 36 %, mientras su principal rival, Giuseppe Conte, casi se ha mantenido en un 52 %. Los sondeos además indican que la mayoría de los italianos prefieren una solución a la crisis que pase por un gobierno de coalición o técnico, y no por las urnas. La figura del líder de la Liga queda muy tocada por sus errores, en el tiempo y en el modo, de plantear la crisis contra un Gobierno en el que él llevaba la voz cantante. La alianza M5E y PD, en principio planteada como antiSalvini, puede funcionar más allá si apacigua el tono del discurso y empieza a trabajar en serio tras 14 meses de proclamas de Salvini.