A lo largo del día de hoy ya se sabrá si el acuerdo para la salida de Gran Bretaña de la UE negociado por Boris Johnson ha sido aprobado por el Parlamento o no. A la hora de escribir este artículo la cosa estaba en el aire, pero, paradójicamente, sí se podía señalar ya un ganador: Boris Johnson. Pase lo que pase hoy en Westminster, el primer ministro sale beneficiado, aunque esta afirmación requiere de algún matiz, como luego se verá.
Si la moción se aprueba, el triunfo de Boris será incontestable. La UE aseguró que no renegociaría el acuerdo anterior con Theresa May, que nunca eliminaría la salvaguarda irlandesa y que Johnson no tenía una oferta coherente que se pudiese siquiera discutir. Al final, Johnson ha podido demostrar que ninguna de las tres cosas era cierta. Si ahora logra coronarlo todo con un voto afirmativo, se convertirá en el hombre que ha resuelto el asunto más irritante y pegajoso de la política británica de las últimas décadas. En teoría, tendría que arrasar en las elecciones, que son inminentes, y garantizarse una mayoría absoluta durante los próximos cinco años.
Pero si el acuerdo resulta rechazado hoy, Johnson puede estar en mejores condiciones, incluso, para librar esa contienda electoral. Para el voto probrexit, que es el mayoritario en la población, y sobre todo en número de distritos electorales -que es lo que importa-, el primer ministro habrá demostrado que ha hecho todo lo posible por cumplir con el resultado del referendo del 2016 y que ha sido un Parlamento obstruccionista el que lo ha impedido. Sus rivales laboristas, por otra parte, tendrán muy difícil explicarle a su electorado qué es lo que ofrecen: ¿otro tipo de brexit? ¿otro referendo? ¿cancelar el brexit? El mensaje laborista se habrá vuelto tan confuso que muchos de sus votantes probrexit pueden irse a la abstención o incluso a los conservadores, y muchos de sus votantes antibrexit al Partido Liberal-Demócrata, que -en abierta contradicción con su propio nombre- aboga por no respetar el referendo del 2016 y revocar el brexit sin más.
Y aquí viene el matiz: existe un imponderable, y se llama Nigel Farage, el líder del Partido de Brexit. Boris Johnson estaba creciendo rápidamente en las encuestas, pero esto es porque aunaba el voto de los que quieren un brexit blando y los radicales que prefieren una salida sin acuerdo. Ahora Johnson tiene un acuerdo de brexit blando y con él irá a las elecciones, gane la votación de hoy o no. No se sabe cuántos de los más radicales se irán a engrosar las filas de Farage, pero esta merma podría ser suficiente para hacer perder las elecciones a Johnson. ¿Y entonces? Tampoco está claro que el líder laborista, Jeremy Corbyn, pueda formar un Gobierno de coalición con los nacionalistas escoceses, que exigirán un nuevo referendo de independencia, y con los liberal-demócratas, que detestan a Corbyn. En ese caso, a la incertidumbre del brexit se sumaría la inestabilidad política. ¿Cuál de todas estas cosas ocurrirá? El comienzo de la respuesta se debería ya conocer a estas horas.