El mariscal rebelde pide tiempo hasta este martes para firmar la declaración de alto el fuego, lo que deja en el aire la conferencia de paz del día 19 en Berlín
14 ene 2020 . Actualizado a las 05:00 h.El comandante en jefe del Ejército Nacional Libio, el mariscal Jalifa Haftar, y el jefe del Gobierno de unidad nacional reconocido por la ONU, Fayed al Serraj, cuyas respectivas tropas libran desde hace meses encarnizados combates a las puertas de Trípoli, no lograron ayer en Moscú alcanzar un acuerdo que ponga fin a las hostilidades en el país norteafricano de forma definitiva.
El ministro de Exteriores ruso, Serguéi Lavrov, presente en unas conversaciones que duraron más de siete horas, salió para comunicar a la prensa que, pese a que se puede hablar de «avances», la declaración para un alto el fuego permanente fue suscrita solo por una de las partes, por el Gobierno de unidad y por el Alto Consejo de Estado (Parlamento).
Serraj estampó su firma en el documento y también Jaled al Mishri, jefe del órgano legislativo, pero no así Hafter, quien, según Lavrov, «ha pedido de plazo hasta el martes por la mañana para reflexionar y tomar una decisión». Tampoco firmo Akil Saleh, presidente de la Cámara de Diputados sita en Tobruk, que apoya al mariscal rebelde. Haftar, que controla prácticamente todo el este de Libia, insiste en que sus tropas puedan entrar en Trípoli y en la formación de un nuevo Gobierno. Ni siquiera se vio personalmente con Serraj, aunque, según palabras de Lavrov, «valoró positivamente» el contenido de la declaración.
«Hemos rechazado reunirnos con Haftar y no nos sentaremos con él bajo ninguna circunstancia», aseguró Al Mishri, en declaraciones a la televisión libia Al Ahrar. Puntualizó que sus interlocutores en Moscú son las autoridades rusas y turcas. El documento llamado a establecer la paz a Libia, además del cese total de las hostilidades, según la prensa rusa, prevé establecer una «línea de contacto» supervisada para evitar choques armados y la adopción de medidas para normalizar la vida en las principales ciudades del país, en especial el reparto de ayuda humanitaria.
El encuentro en Moscú fue propiciado por Rusia y Turquía, países con fuerzas en los dos bandos enfrentados, pero cuyos presidentes, Vladimir Putin y Recep Tayyip Erdogan, acordaron el pasado miércoles en Estambul impulsar el proceso de paz. Quienes este lunes condujeron las negociaciones fueron precisamente Lavrov, su homólogo turco, Mevlüt Cavusoglut , además de los ministros de Defensa de ambos países, Serguéi Shoigú y Hulusi Akar. A tenor del acuerdo al que llegaron Putin y Erdogan, desde el domingo está vigente en Libia un alto el fuego, aunque con choques esporádicos denunciados por ambas partes.
Esta tregua y las negociaciones fallidas deberían ser la antesala para una conferencia de paz a convocarse, en principio, para el próximo 19 de enero en Berlín, pero su celebración está ahora en el aire. La canciller alemana, Angela Merkel, estuvo el sábado en Moscú y le comunicó al presidente Vladimir Putin su disposición a organizar el evento en la capital germana. Europa, que recibe refugiados procedentes de Libia y Siria, confía en que la resolución de ambos conflictos contribuya a reducir el flujo migratorio.
El lunes por la mañana, Putin mantuvo una conversación telefónica con su homólogo francés, Emmanuel Macron, quien le transmitió su preocupación por la situación en Libia y la esperanza de que la reunión en la capital rusa dé frutos. Según un comunicado difundido por el Elíseo, Macron le dijo al jefe del Kremlin que «el alto el fuego debe ser creíble, duradero y verificable». Francia, al igual que Rusia, apoya a Haftar,
Tras su aprobación en el Parlamento, Turquía envío a Libia hace justo una semana a sus primeros 35 efectivos en apoyo del Gobierno de Serraj mientras que Rusia tiene en Libia, en el bando de Haftar, unos 2.500 mercenarios del grupo Wagner. El sábado, durante la conferencia de prensa conjunta con Merkel, Putin reconoció que hay mercenarios rusos luchando en Libia contra el Gobierno de Unidad Nacional, pero dijo que lo hacen por su cuenta y «no representan los intereses de Rusia», argumento que no convence a nadie y menos a Erdogan y Serraj.
En cualquier caso, el hecho de que Rusia haya organizado con gran celeridad el encuentro en Moscú entre las facciones enfrentadas indica que hay interés en parar la guerra en Libia. El Kremlin envía primero tropas, como en el caso de Siria, y cuando el equilibrio de fuerzas es favorable a sus aliados, promueve iniciativas para detener el conflicto. Debido a sus riquezas petrolíferas y la situación geográfica, Libia tiene para Moscú una gran importancia estratégica.