La eliminación del límite de mandatos da vía libre al presidente ruso para presentarse de nuevo a las elecciones dos convocatorias más
16 mar 2020 . Actualizado a las 21:39 h.El Tribunal Constitucional de Rusia ha eliminado la última barrera para que el presidente Vladimir Putin pueda presentarse a las elecciones del 2024 y a las del 2030, con lo podría continuar al frente del país hasta 2036. Sumaría así un total de 36 años en el Kremlin, superando al dictador comunista Iósif Stalin, que estuvo 29 años, y casi igualando al zar Iván IV el Terrible, que completó 37 años en el trono. El alto tribunal falló ayer que hacer borrón y cuenta nueva de los mandatos completados por Putin, cuatro en total cuando se culmine el actual en el 2024, «no contradice lo estipulado» en la Carta Magna.
La actual Constitución rusa permite al presidente un máximo de «dos mandatos seguidos». De ahí que el actual mandatario ruso ejerciese el poder entre el 2000 y el 2008, cuando los mandatos eran de cuatro años, y fuese reelegido en el 2012 para seis años, a tenor de una modificación en la Carta Magna del 2008, y en el 2018 para otros seis. Pero con la nueva Constitución, en la que se ha eliminado la palabra «seguidos» donde habla de esos dos mandatos, cualquier otra persona en adelante no podrá estar más de doce años al frente del país.
Sin embargo, Putin sí podrá consumir tal periodo de tiempo pese a que para el 2024, cuando se celebren las próximas elecciones presidenciales, habrá alcanzado ya los 24 años entre el Kremlin y la jefatura del Gobierno. Y ello ha sido posible gracias a que el pasado 10 de marzo se introdujo en la ley de enmiendas a la Constitución una cláusula que pone el contador de mandatos a cero. De esta ventaja podría beneficiarse también el expresidente y exprimer ministro, Dmitri Medvédev, que ocupó el sillón presidencial un único mandato, entre el 2008 y el 2012.
La modificación la presentó sorpresivamente la diputada oficialista Valentina Tereshkova, la primera mujer que viajó al espacio, pero Putin manifestó que aceptaría tal cambio si era aprobado por el Tribunal Constitucional, decisión que se resolvió finalmente ayer de forma favorable para él. Toda una escenificación para dar una imagen de improvisación y democracia, pero que a todas luces estaba preparada de antemano y bien amarrada.
Plebiscito
El día 11 se aprobó en la Duma (Cámara baja del Parlamento) en tercera lectura el paquete de enmiendas constitucionales; el mismo día dio el visto bueno el Consejo de la Federación (Cámara alta), y el sábado lo hicieron las 85 entidades territoriales que constituyen la Federación de Rusia.
Tras haber superado la prueba del Tribunal Constitucional, ahora le toca a Putin firmar el documento y convocar una consulta popular que la Constitución no sanciona como algo obligatorio ya que los artículos modificados no exigen la formación de una Asamblea Constituyente ni la convocatoria de un auténtico referéndum.
Se trata de una iniciativa del presidente para conferir a la reforma constitucional una mayor legitimidad mediante un «plebiscito», según el término empleado por él, que afecta también a su persona y se contempla como un test para comprobar la popularidad de la que goza.
La votación se había previsto para el 22 de abril, pero el avance de la pandemia de coronavirus podría provocar su aplazamiento.