«Curamos una herida», afirma Giuseppe Conte, menos de dos años después del derrumbe del viaducto que se cobró 43 vidas
28 abr 2020 . Actualizado a las 20:31 h.Menos de dos años después del derrumbe del puente Morandi de Génova, que causó la muerte de 43 personas, este martes se ha colocado la última pieza del armazón del nuevo viaducto diseñado por el arquitecto Renzo Piano, colofón a unos trabajos que no se han visto frenados por el coronavirus.
El puente se iluminó la pasada noche con la bandera tricolor italiana horas antes de la colocación del último tramo este mediodía, en una ceremonia a la que asistieron el primer ministro, Giuseppe Conte y la ministra de Infraestructuras, Paola De Micheli.
El jefe de Gobierno, vestido con un chaleco reflectante y casco, subrayó que con esta jornada «curamos una herida», y se restablece «una arteria fundamental de comunicación», pero añadió que la herida no se puede cerrar totalmente porque no es posible olvidar a las víctimas.
Pero «la herida de Génova no se puede curar por completo porque hay 43 víctimas y no lo olvidamos. Los juicios por las responsabilidades de esta tragedia aún no se han completado y deben completarse», añadió.
El alcalde de Génova, Marco Bucci, señaló que se construirá un memorial justo en el lugar donde se derrumbó al anterior puente.
«Se trata de una obra extremadamente compleja y estamos orgullosos de haber cumplido con los plazos», dijo, por su parte, en una rueda de prensa telemática con los medios extranjeros Giuseppe Bono, consejero delegado de Fincantieri, la empresa naviera que colabora en la construcción del puente.
Con esta pieza de acero de 45 metros se pone fin a la estructura de una obra clave en el transporte entre Génova y el resto de Italia y entre este país y Francia, un tráfico que se ha visto duramente afectado desde que el 14 de agosto del 2018 se viniera abajo el puente Morandi.
Se prevé que el nuevo viaducto ya esté funcionando antes de ese fatídico aniversario y que la inauguración se produzca «entre finales de julio y principios de agosto», según vaticina Bono.
El derrumbe del puente no solo dejó 43 víctimas mortales, sino que obligó al desalojo de casi 600 personas que vivían en la cercanía de esta enorme estructura, bajo la cual se situaban casas, industrias e incluso líneas ferroviarias que siguen cortadas.
Según Bono, las obras del puente no han parado por las nuevas restricciones impuestas por las autoridades italianas para frenar el contagio de la COVID-19, pese a que se registró un caso positivo entre uno de los trabajadores.
Los empleados están obligados a llevar mascarillas, mantener una distancia de seguridad y a someterse a un escáner térmico que controla la temperatura corporal de cada persona a la entrada de su puesto de trabajo.
Las obras, bajo estas condiciones, han supuesto un «trabajo extremadamente complicado», explica el responsable de Fincantieri, compañía que junto con Salini Impregilo -socia de la española Sacyr en el Canal de Panamá-, se encargan de la construcción del puente, bajo la empresa conjunta PerGenova.
La pieza que se añadió hoy, y que completa la estructura del puente, mide 45 metros de largo, aunque no es la más grande, ya que se han levantado también tres piezas de 100 metros y 3.000 toneladas cada una.
Después de esta obra de «altísima ingeniería» se puede ya cruzar de un lado a otro del valle del río Polcevera que salva el viaducto, pero solo a pie, ya que todavía son necesarios más trabajos y pruebas antes de su inauguración y el acceso de vehículos.
La obsesión del Gobierno y las empresas encargadas de la construcción del puente es que este no corra la misma suerte que el Morandi, cuyo derrumbe supuso un gran trauma a nivel político y social en Italia.
Para Renzo Piano, arquitecto del puente, este deberá durar mil años. Frente al hormigón de la estructura anterior, construida en los años sesenta, el material principal del nuevo puente es el acero. Además, la obra cuenta con sensores que darán continuamente información actualizada del uso del viaducto.
Los trabajadores podrán entrar dentro de las piezas y comprobar los datos que proporcionan estos sensores para «corregir cualquier posible anomalía».
El resultado final será el de un puente de más de un kilómetro de longitud, con 67.000 metros cúbicos de hormigón y 24.000 toneladas de acero y carpintería metálica, el equivalente al peso de tres torres Eiffel.
El viaducto está inspirado en un barco, según explica Renzo Piano, y precisamente lo ha construido una empresa naviera, elementos cargados de simbolismo en la ciudad marítima que es Génova, que recupera ahora una infraestructura básica para su centenario puerto.