Francia y Alemania ponen bajo la lupa el racismo en la policía

Patricia Baelo BERLÍN / CORRESPONSAL

INTERNACIONAL

Policias belgas detienen a un manifestante durante las protestas del domingo
Policias belgas detienen a un manifestante durante las protestas del domingo YVES HERMAN | Reuters

La socialdemocracia alemana pide una investigación independiente sobre violencia policial, mientras el Gobierno francés prohíbe la técnica de arresto por estrangulamiento

09 jun 2020 . Actualizado a las 05:00 h.

El movimiento Black Lives Matter ha llegado a Europa, y todo apunta a que lo ha hecho para quedarse. En Alemania, la muerte del afroamericano George Floyd a manos de la policía de Mineápolis ha conseguido lo que ni siquiera habían logrado escándalos como el de la célula neonazi NSU, que se pasó años asesinando a extranjeros sin ser detectada: sacar a miles de personas a manifestarse a las calles de una veintena de ciudades y poner sobre la mesa el debate sobre el racismo presente en las instituciones del orden del propio país.

«Una investigación independiente debería analizar las denuncias existentes sobre violencia policial en Alemania», afirmó ayer la líder del SPD, Saskia Esken, en declaraciones a los medios del grupo Funke. La política socialdemócrata insiste en que solo así es posible afrontar «la desconfianza» que reina entre parte de la población y que, no hacerlo, daría «la impresión de que se da más valor al cuerpo policial que a los derechos de los ciudadanos».

Sus palabras llegan un día después de que unas 15.000 personas se congregaran en la céntrica plaza de Alexanderplatz de Berlín para exigir justicia por la muerte de Floyd, así como el fin de la discriminación y la xenofobia. Protestas similares se produjeron en Hamburgo, Fráncfort, Dresde, Düsseldorf y Múnich, donde se registró la cifra más alta de asistentes, unos 25.000. En algunos lugares, como Berlín y Hamburgo, la cita se saldó con altercados entre los manifestantes y los agentes de seguridad, que acabaron con detenciones.

Algunos medios hablan de violencia policial en ambas ciudades, mientras que los agentes aseguran que muchos de los arrestos se produjeron por infringir las medidas de seguridad para evitar la propagación del covid-19. Las imágenes de las multitudes agolpadas sin mantener la distancia interpersonal ni llevar puesta la mascarilla obligatoria han suscitado críticas por parte de las autoridades locales y federales, que alertan del peligro de una nueva ola de contagios.

Pero al margen de la polémica por el incumplimiento de las medidas en plena pandemia, parece que por fin la plana política de la primera potencia europea está dispuesta a analizar el problema de la xenofobia en su territorio. Aunque, eso sí, sin aludir a la policía u otras instituciones. «En Alemania viven 30.000 ultraderechistas. Hay ataques racistas, los negros sufren discriminación, se arranca la kipá de la cabeza a los judíos. Tenemos que mirar lo que ocurre en nuestra propia casa, reconoció el ministro de Exteriores, Heiko Maas.

En la misma línea se expresó la semana pasada la canciller Angela Merkel en una entrevista con la cadena ZDF, al tiempo que calificó el asesinato de Floyd de «muy terrible». En los últimos días varias personalidades públicas y deportistas alemanes de origen extranjero han contado sus experiencias como víctimas de la xenofobia en el país. Uno de ellos es el futbolista Jerome Boateng. 

Medidas del Gobierno francés

Francia ha pasado de las palabra a los hechos y ha optado por una revisión de la actuación de la Policía y de la Gendarmería, un plan que se remonta a las protestas de los chalecos amarillos pero que ahora se ha acelerado. Después de la orden del presidente Emmanuel Macron de depurar la violencia policial, el Gobierno francés anunció que prohíbe a sus policías la polémica práctica de presionar el cuello de un detenido para inmovilizarlo, durante las detenciones —la técnica utilizada contra el afroamericano George Floyd— y los agentes vinculados a actuaciones racistas serán apartados del cuerpo.

El responsable del Interior, Christophe Castaner, fue el encargado de anunciar a los medios las medidas bajo la premisa de que el racismo es «un mal abyecto» y que, aunque la institución no sea racista en sí, «hay policías racistas» dentro de las fuerzas de seguridad. «Tolerancia cero», subrayó. Si bien matizó que «la policía francesa no es la policía estadounidense», en un intento por dejar claro que las actuaciones «odiosas» no pueden «empañar» a todo el conjunto.

En el caso de Francia, a las protestas por la muerte en Estados Unidos de Floyd se han sumado movilizaciones en recuerdo de Adama Traoré, fallecido en julio del 2016 en una comisaría tras una cuestionada intervención policial. Macron ha encargado a la ministra de Justicia, Nicole Belloubet, que revise el caso de Traoré.

La policía alemana frustra un atentado contra musulmanes a imagen del de Christchurch 

P. b.

La plaga de la violencia y el terrorismo ultraderechista no cede en Alemania. Un joven de 21 años de la localidad de Hildesheim se encuentra en prisión preventiva, después de haber hablado en un chat anónimo de Internet sobre su intención de cometer un atentado a gran escala. El chico llevaba tiempo fantaseando con la idea de matar a muchos musulmanes, a imagen y semejanza del ataque de marzo del 2019 en Christchurch, en el que 51 personas fueron asesinadas en una mezquita de Nueva Zelanda.

Al registrar su domicilio, la policía halló armas y archivos digitales con contenidos ultraderechistas en dispositivos electrónicos. Según el diario Die Welt, la policía pudo identificarle gracias a que su interlocutor en el chat dio la voz de alarma. Ahora la sede central de lucha contra el terrorismo de la Fiscalía de Celle ha asumido la investigación del caso, con un indudable trasfondo político. En apenas un año se han registrado tres atentados perpetrados por neonazis en suelo alemán, como el de Hanau, que se cobró la vida de 10 inmigrantes en febrero, y se han frustrado al menos otros tantos.