Pekín utiliza su peso económico para amenazar a países que lo desafían
24 ago 2020 . Actualizado a las 11:01 h.Cada vez más, China está utilizando su enorme peso económico para amenazar a países que desafían sus acciones, que critican a sus líderes o que expresan simpatía por personas a quienes considera disidentes o separatistas. Esta primavera, poco después de que Australia pidiera una investigación internacional sobre los orígenes del covid-19, el embajador chino en ese país amenazó con realizar un boicot económico, asegurando que el público chino podría prescindir del vino y de la carne australiana, entre otros productos. Debido a que China es el mercado de exportación más grande de Australia, no se trataba de una pequeña amenaza. Acto seguido, bloqueó las importaciones de los principales productores de carne australianos e impuso aranceles a la cebada.
Por sí solos, pocos países son lo suficientemente poderosos como para hacer frente al acoso de China, y las alianzas de seguridad existentes de las que dependen las principales democracias del mundo no se construyeron para abordar las amenazas económicas que ahora emanan desde Pekín.
En abril, funcionarios chinos amenazaron a la Unión Europea con repercusiones anónimas si un informe oficial de la UE aseguraba la existencia de una «campaña de desinformación global» desde China, en relación con el covid-19. Pekín ha amenazado con daños económicos a los fabricantes de automóviles alemanes si Berlín intenta excluir de sus redes 5G los equipos fabricados por el gigante chino de las telecomunicaciones, Huawei. El año pasado, también amenazó con imponer restricciones comerciales a Suecia después de que un autor con doble nacionalidad fuera galardonado con un premio para escritores perseguidos, por la filial sueca del grupo Pen Internacional. Estos movimientos representan una especie de imperialismo económico. El Partido Comunista Chino, que reprime la disidencia interna, está tratando de obligar a otros países a acatar sus normas autoritarias y usar su compañía preferida para construir sus propias redes de comunicación.
En EE.UU., la sospecha hacia el Gobierno chino es un asunto bipartidista, pero no existe consenso sobre qué hacer al respecto. La Administración Trump ha implementado una variedad de políticas agresivas, incluida la restricción de las ventas de semiconductores en China y evitar que un fondo de jubilación del Gobierno invierta en acciones en el país asiático. El propio presidente prometió a finales de julio prohibir TikTok, una popular aplicación propiedad de una empresa china. El secretario de Estado, Mike Pompeo, pidió en un discurso reciente formar «una nueva alianza de democracias» para contrarrestar la superpotencia emergente, aunque ofreció pocos detalles. El borrador de la plataforma del Partido Demócrata del 2020 promete en términos generales «reunir a amigos y aliados en todo el mundo para hacer frente a China o a los intentos de cualquier otro país de socavar las normas internacionales».
El problema es que EE.UU. y sus aliados carecen actualmente de la capacidad de responder al tipo de amenazas geoeconómicas que está realizando China. Específicamente, necesitan de un medio para poder emprender acciones colectivas cuando Pekín intenta utilizar su poder económico como herramienta de coerción política. Ningún país debería afrontar estas amenazas por sí solo.
Muchas de las instituciones estadounidenses más importantes de la era de la Guerra Fría, especialmente la OTAN, fueron diseñadas principalmente para disuadir una amenaza militar de la Unión Soviética. Pero en ese entonces, a diferencia de la actual Pekín, Moscú tenía una influencia económica limitada contra Occidente. Instituciones económicas globales como la Organización Mundial del Comercio (OMC) se centraron estrictamente en los acuerdos comerciales y en la elaboración de normas para garantizar una competencia económica justa, pero no consideraron la posibilidad de una guerra económica o el peligro de amenazas económicas para forzar concesiones políticas. De hecho, ninguna de estas alianzas o instituciones ha sido de ayuda para abordar las amenazas económicas chinas contra Australia, Alemania, Suecia, u otras naciones.
Esas amenazas también dañan a EE.UU. Si China fuerza a los aliados estadounidenses a utilizar la tecnología de Huawei en sus redes de información, las comunicaciones estadounidenses que pasan por esas redes podrían quedar expuestas a la infiltración del Partido Comunista Chino. Además, los gobernantes chinos han tratado de imponer la línea de su partido a los estadounidenses. El año pasado, Pekín castigó al equipo de la NBA, Houston Rockets, cuando su director general ofreció apoyo a los manifestantes prodemocracia de Hong Kong en Twitter, una plataforma bloqueada en China. A medida que crece el poder económico chino, es probable que el régimen se vuelva más audaz.
Las nuevas amenazas exigen nuevas respuestas. Durante la Guerra Fría y para responder a las amenazas soviéticas, EE.UU. no solo creó la OTAN sino también la CIA y la Fuerza Aérea. El período trajo consigo una forma completamente nueva de competencia de inteligencia entre Occidente y la Unión Soviética. Esto llevó a EE.UU., Gran Bretaña, Canadá, Australia y Nueva Zelanda a entrar en la alianza comúnmente conocida como Five Eyes, que permitió un intercambio de inteligencia sin precedentes entre las naciones en tiempos de paz. Un enfoque que habría sido inimaginable antes de la amenaza geopolítica soviética.
Del mismo modo, es necesario generar un nuevo tipo de alianzas similares a la OTAN, para enfrentar amenazas económicas más que militares, que pueda responder al tipo de arte de gobernar que está practicando China. Bajo tal sistema, las naciones participantes se brindarían apoyo mutuo cuando China amenazara a uno o más miembros con repercusiones económicas debido a acciones políticas. Esa asistencia podría implicar la imposición de aranceles sobre los productos chinos por parte de todas las naciones miembros; la creación de una reserva de capital para ayudar a una nación objetivo a resistir la presión de Pekín; la liberación de reservas estratégicas de materiales esenciales, como metales raros, que China produce y podría retener; y otras formas de defensa económica colectiva.
Una alianza frente a las amenazas
Cuando China apunta a la cebada y a la carne australiana para silenciar las críticas sobre el manejo de Pekín del covid-19, los miembros de la alianza económica podrían imponer aranceles u otras formas de armas económicas para forzar a China a retroceder. Si China continúa amenazando las exportaciones de automóviles alemanas para forzar concesiones respecto al 5G, los miembros de la alianza podrían aliviar el sufrimiento reduciendo sus propios aranceles sobre Volkswagen y BMW.
Esta alianza estaría abierta a cualquier nación que quisiera mantener los mercados libres y la autonomía política. Pero el uso de sus herramientas tendría que ser limitado: debería actuar solo en los casos en que la guerra económica se utilice como medio de coerción política. No reemplazaría a la OTAN ni a otras alianzas militares. Tampoco reemplazaría a la OMC. De hecho, sería complementario y proporcionaría un medio para salvaguardar el objetivo del libre comercio de la OMC, al contrarrestar los intentos de convertir el comercio en una moneda de cambio geopolítica.
EE.UU. necesita desarrollar políticas con respecto a China que sean, en gran parte, consistentes de una administración a la siguiente. Una alianza de seguridad económica similar a la OTAN podría apoyar un consenso bipartidista sobre la política hacia China. Es compatible con el enfoque nacionalista defendido por la administración Trump, pero también con los objetivos políticos más tradicionales de los demócratas, incluyendo a Joe Biden, que creen en la construcción de alianzas globales y en la protección de los derechos humanos y políticos de las naciones más pequeñas.
Hasta ahora, EE.UU. y otras democracias han integrado estrechamente sus economías con China sin planificar por completo los problemas que presenta dicho acuerdo. China ha utilizado esta integración económica para obtener beneficios geopolíticos. Así como EE.UU. necesitó formar alianzas para disuadir las amenazas militares después de la Segunda Guerra Mundial, ahora se necesita de alianzas que disuadan las amenazas económicas de Pekín.
© 2020. The Atlantic Monthly Group. Todos los derechos reservados. Distribuido por Tribune Content Agency. Traducción, Lorena Maya.