El eurodiputado húngaro, de criticar las conductas sexuales ajenas a ser detenido en una orgía gay
INTERNACIONAL
Su partido político, el Fidezs del presidente Orbán, ha sido acusado de machista y homófobo por excluir en la Constitución del 2011 al matrimonio homosexual
03 dic 2020 . Actualizado a las 11:10 h.József Szájer era un perfecto desconocido fuera de Hungría hasta que el pasado viernes la policía de Bruselas irrumpió en el apartamento donde una veintena de hombres desnudos celebraban una orgía gay y ese ciudadano húngaro de 59 años fracasó al intentar escapar a la calle descolgándose por un desagüe.
Con las manos ensangrentadas, que la Fiscalía supone que se hirió al intentar huir del apartamento situado en una primera planta de la calle Rue des Pierres, Szájer fue identificado por la policía, que había acudido al lugar alertada por los vecinos de que había una fiesta que no respetaba las restricciones por la pandemia. Al revisar sus enseres encontraron una pastilla de éxtasis.
La noticia, conocida el martes, se habría quedado en una anécdota local en un país bastante liberal como Bélgica si no fuera porque Szájer es eurodiputado del partido ultraconservador húngaro Fidezs del primer ministro de Víctor Orbán.
Szájer, que se apresuró a dimitir antes de que el escándalo se hiciese público, no es precisamente un apasionado de las libertades en materia sexual. Mucho menos si se trata de sexo entre personas del mismo género. Este político, de 59 años, fue uno de los redactores de la nueva Constitución del 2011 que definía el matrimonio como la unión de un hombre y una mujer, vetando así el matrimonio homosexual.
Su partido ha sido acusado en numerosas ocasiones de machista y homófobo por otros grupos parlamentarios europeos y es blanco habitual de las críticas de los activistas LGTBI+. No es de extrañar si se tiene en cuenta que su líder, Víktor Orbán -con el que Szájer fundó Fidesz- se sitúa como una de las principales voces de la ultraderecha de Europa.
Su perfil respondía al del perfecto ciudadano
Hasta el momento en el que los agentes entraron en el apartamento, su perfil respondía al del perfecto ciudadano sin tacha para sus votantes: varón maduro, casado -para más 'inri' con una jueza del Tribunal Constitucional de Hungría-, y padre de una hija. Tras conocerse el desliz József Szájer ha pedido perdón. «Les pido que evalúen mi paso en falso considerando mis treinta años de devoción y trabajo duro. Este paso en falso es estrictamente personal y soy el único responsable por ello. Pido a todos que no se extienda a mi país o a mi comunidad política».
Lo cierto es que el político húngaro no ha sido multado por sus escarceos sexuales, sino por incumplir las restricciones anticovid. En Bélgica hace más de un mes que impera un toque de queda nocturno, están limitados los contactos sociales, y los bares y restaurantes están cerrados, entre otras medidas. Pero no solo por saltarse el confinamiento al bueno de József también se le ha abierto un expediente por «violar la legislación sobre narcóticos». Se trata de un procedimiento que está abierto pero que solo podrá continuar si las autoridades competentes levantan la inmunidad parlamentaria al diputado implicado.
«No usé drogas. Ofrecí a la policía que me hicieran un test inmediatamente y no lo hicieron. Según la policía, encontraron una pastilla de éxtasis, pero no es mía y no sé quién o cómo la colocó», ha puntualizado Szájer en un comunicado redactado en un inglés algo rudimentario y difundido en la página web de su partido.
Más allá de la inmediata dimisión del político húngaro, la bacanal interrumpida, en la que había varios diplomáticos, ha abierto una puerta delicada relacionada con el límite de la vida pública y privada de los cargos políticos, especialmente cuando sus comportamientos contradicen sus proclamas ideológicas.