Diez años de la muerte de Bin Laden, la operación secreta que no acabó con Al Qaeda
INTERNACIONAL
La organización terrorista ha disminuido su influencia pero continúa activa
02 may 2021 . Actualizado a las 10:02 h.En la mañana del 1 de mayo del 2011, los estadounidenses se levantaron sin noticias de Osama Bin Laden. El considerado autor intelectual de los atentados contra las Torres Gemelas y el hombre más buscado por los servicios de inteligencia del país se suponía desde hacía ya una década escondido en algún lugar de las montañas de Pakistán. Solo unos pocos sabían que a media tarde, la ciudad de Abbottabad, a 120 kilómetros de Islamabad, iba a ser el epicentro de la mayor historia del mundo. Un comando especial de las fuerzas armadas de la Marina estadounidense descendería en helicóptero sobre una mansión amurallada para localizar al objetivo y asesinarlo en el acto.
La operación de caza y captura del líder de Al Qaeda, de la que se cumple ahora una década, fue el secreto mejor guardado de la historia moderna de EE.UU. Una misión de alto voltaje político que implicó violar el territorio soberano de un supuesto aliado de Washington para hacerse con la cabeza del símbolo del terrorismo internacional.
Una vez completada la misión, el entonces presidente de EE.UU., Barack Obama, se dirigió en un mensaje a la nación desde la Sala Este de la Casa Blanca para anunciar la muerte de Bin Laden. «Se ha hecho justicia», proclamó el mandatario. El cadáver del terrorista fue lanzado desde un portaviones a un punto indeterminado del norte del Mar Arábigo. Nadie volvió a ver su cuerpo.
En la actualidad se sabe que por sofisticada que fuera la misión, lo que resultó vital fue el factor humano. El mensajero de confianza del jefe de Al Qaeda, Abu Ahmed al Kuwaiti, dejó la pista que llevó hasta el escondite del hombre más buscado sobre la faz de la tierra. Una llamada de teléfono interceptada por EE.UU fue el rastro definitivo. «Es una historia fascinante que muestra que esto no pasó porque tuviéramos satélites alrededor de la Tierra. Esas no fueron las herramientas, lo que hubo fue gente sobre el terreno, que nos llevaron al mensajero», explicó a Efe el oficial de Inteligencia Naval retirado Erik Dahl, conocedor de lo que pasó aquel día. Al Kuwaiti, que vivía en la casa de Abbottabad, servía de vínculo entre Bin Laden y sus militantes. Cada vez que quería comunicarse, conducía más de una hora y media antes de ponerle la batería a sus móviles. Los espías de EE.UU. siguieron sus movimientos y localizaron el escondite, donde detectaron a una persona que salía a caminar todos los días a un patio interior, pero que nunca salía al exterior. Lo siguiente, fue elegir el momento. La operación fue un acto de venganza que no sirvió para acabar con Al Qaeda ni con la presencia militar en Afganistán, que siguió a la ofensiva lanzada por EE.UU. como represalia por los atentados.
Retirada de Afganistán
En los últimos diez años, la organización terrorista ha disminuido su influencia en la mayoría de las zonas del mundo, pero continúa activa y afirma que su conflicto con la primera potencia mundial está lejos de haber terminado. Al frente está supuestamente el cirujano cairota Ayman al Zawahiri, de 70 años, por cuya captura EE.UU. ofrece 25 millones de dólares. La aparición de su facción disidente del Estado Islámico (EI), puso de manifiesto las tensiones de liderazgo y de prioridades dentro de la idea única de la yihad global. Pero la llamada «guerra contra el terror» de EE.UU., que marcó el inicio del siglo XXI, está a punto de entrar en una nueva fase. El presidente Joe Biden, acaba de anunciar la retirada de todas las fuerzas estadounidenses de Afganistán antes del próximo veinte aniversario del 11S. Con ellas, se irán el resto de soldados de los aliados de la OTAN. La retirada fue posible por el acuerdo con los talibanes en el que el grupo se comprometió a cortar lazos con Al Qaeda. Dos operativos del grupo terrorista, que no suelen responder a los medios, dijeron esta semana a la cadena CNN que cuando las tropas se vayan, ellos piensan volver.