Condenan a 25 años de prisión a un exniño soldado por más de 60 crímenes de guerra
INTERNACIONAL
El ugandés Dominic Ongwen era el comandante del Ejército de Liberación del Señor
06 may 2021 . Actualizado a las 18:23 h.El ugandés Dominic Ongwen ha sido hallado culpable de la comisión de 61 crímenes de guerra y de lesa humanidad, y condenado por el Tribunal Penal Internacional (TPI) a 25 de años de prisión. Este comandante del Ejército de Liberación del Señor (LRA, por sus siglas en inglés), la milicia de Joseph Kony, se ha librado de la cadena perpetua por su condición de niño soldado. Además de su implicación en casos de asesinato, intento de asesinato y tortura, la sentencia declara probada su culpabilidad en caso de esclavitud sexual, matrimonio forzado y violación de siete mujeres que retuvo en su vivienda.
El TPI ha tenido en cuenta que el reo, de 45 años, fue secuestrado cuando tan solo contaba nueve por esta banda y que creció dentro de la organización hasta convertirse en uno de sus principales líderes. El ELR alcanzó una proyección internacional gracias a las redes sociales en el 2021.
La ONG Invisible Children difundió un documental en el que mostraba los estragos de esta guerrilla en el norte del país africano, donde llevaba a cabo razzias que finalizaban con el rapto de menores para enrolarlos en sus filas. Curiosamente, la fama de Kony llegó cuando ya hacía tiempo del fin de sus fechorías.
La condena contra Ongwen alude a incursiones armadas, fechadas en el 2004, contra cuatro campos de desplazamientos internos en Uganda y recoge el testimonio de 4.000 testigos. El acusado es también conocido como la Hormiga Blanca porque su apellido significa nacido en la época de la hormiga blanca, en lengua acholi. Su captura muestra la deriva de este grupo, que ha errado por Sudán del Sur, norte de Congo y la República Centroafricana, donde fue detenido en el 2015 por milicianos seleka.
El Ejército de Liberación del Señor, inspirado en el fundamentalismo bíblico, comenzó su insurrección en 1987 con el objetivo de instaurar un Estado teocrático en el norte de Uganda. Su lucha contra el Ejército pronto devino en una vasta estrategia del terror contra la población.
Las operaciones guerrilleras se saldaron con 40.000 secuestros y el desplazamiento de 1,8 millones de habitantes. Sus últimos remanentes permanecen en la República Centroafricana sobreviviendo de la minería ilegal y la caza furtiva.