La elevada abstención desata las dudas sobre las presidenciales del próximo año, en las que hasta el domingo se daba por hecho un duelo entre Macron y la líder ultranacionalista
22 jun 2021 . Actualizado a las 05:00 h.¿Cómo explicar el voto de los franceses en la primera vuelta de las elecciones regionales cuando la inmensa mayoría no han acudido a las urnas?
Crisis democrática, fatiga de los electores, desinterés, salida de la crisis sanitaria… Las razones de esta inusitada desmovilización han podido ser múltiples, sin olvidar que la campaña electoral ha estado centrada en temas de alcance nacional como la seguridad y la inmigración, que no son gestionados por las regiones.
Solo un 33,26 % del censo electoral ha expresado su opinión este domingo. Si se mantuviera esta dinámica dentro de diez meses para votar al nuevo presidente de la República, Marine Le Pen y Emmanuel Macron, que se han autoproclamado como los ganadores de la primera vuelta, tendrían serias razones para preocuparse, porque los resultados son malos para una y nefastos para el otro.
La votación del domingo ha sido especialmente decepcionante para la Agrupación Nacional, el partido de Marine Le Pen, porque los sondeos, al no prever la abstención masiva, habían sobrevalorado sus posibles resultados. El voto joven y de protesta se ha quedado en casa.
Lo vivido el domingo fue, según Marine Le Pen, un «desastre cívico». La líder de la Agrupación Nacional pidió a sus electores que no se dejaran influir por la primera vuelta, que «desconfinaran sus ideas» y que acudieran a votar en la segunda porque «al abstenerse masivamente, los electores, de momento, han dado ventaja a los salientes, que solo se mantienen por su clientela».
Esta es otra de las consecuencias de estas elecciones, los llamados partidos tradicionales no han desaparecido, aunque la victoria de Emmanuel Macron en el 2017 les dejara exangües. Tanto Los Republicanos como el Partido Socialista han recuperado algo de savia, aunque el tiempo dirá si de forma duradera.
Nuevos aspirantes
En Hauts de France, el antiguo ministro de Sarkozy Xavier Bertrand ha terminado la primera vuelta con un 41 % de los votos, dando un vuelco al equilibrio de fuerzas que hubo en las anteriores regionales, en las que logró un 25 % frente a un 40,5 % para Marine Le Pen, aunque finalmente ganó gracias al apoyo de los socialistas. Esta vez ha demostrado que él solo puede ser un buen freno contra la extrema derecha, un argumento que utilizará cuando Los Republicanos tengan que elegir a su candidato para las presidenciales del 2022.
También espera ser investida candidata a las presidenciales Valérie Pécresse, presidenta de Ile de France, que ha obtenido unos resultados honrosos este fin de semana, pero tiene más difícil la victoria porque para la segunda vuelta, los ecologistas han anunciado acuerdos con los socialistas y la izquierda radical para fusionar sus listas. Solo una retirada de La República en Marcha podría facilitar la victoria a Pécresse.
Emmanuel Macron ha hecho todo lo posible para reducir al mínimo posible las opciones de la derecha de cara a las elecciones presidenciales, intentando alianzas con unos, enviando contra otros a sus ministros como candidatos rivales. Pero el fracaso de una y otra tentativa ha sido total y tendrá que revisar su estrategia de cara a su reelección en el 2022.
La izquierda se retira en Provenza para evitar que gane la extrema derecha
El ecologista Jean-Laurent Felizia quedó tercero en la primera vuelta de las elecciones regionales en Provenza-Alpes-Costa Azul y anunció que mantenía su candidatura para la segunda vuelta frente a las listas de Los Republicanos y la Agrupación Nacional.
El famoso «frente republicano» contra la extrema derecha se estaba resquebrajando. La izquierda no quería inmolarse dejando que se mantuviera solo una lista, la de los conservadores, frente al partido de Marine Le Pen. Hacerlo suponía desaparecer otros seis años del hemiciclo regional, como ya sucedió en el 2015. Un convencido Felizia aseguró que «hay que quedarse para luchar contra la Agrupación Nacional».
Pero finalmente, tuvo que doblegarse ante las presiones de la dirección nacional de ecologistas y socialistas, y unas horas más tarde anunció que votará por la derecha para evitar que Provenza se convierta «en el símbolo de la intolerancia y el odio».